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Ha pasado más de un año pero seguro que cuando Iniesta recuerda la final del Mundial de Sudáfrica un escalofrío le recorre la espalda, y no solo recordando el gol con el que dio a España el primer Mundial de su historia... Aquel día el manchego recibió hasta en el carné de identidad, y casi siempre de las mismas botas y de los mismos brazos, los del holandés Mark Van Bommel, curiosamente compañero suyo en el Barcelona.
La selección holandesa, consciente de la superioridad de «La Roja» en el centro del campo, trató de frenar de todas las maneras posibles a los mediocampistas españoles, y hubo tortas para todos. Para Busquets. Para Xavi. Para Xabi Alonso, que encajó aquella salvaje patada del karateca De Jong. Y para Iniesta. El de Fuentealbilla vivió la final con Van Bommel prácticamente pegado a sus tibias, y en varias ocasiones acabó por los suelos tras «encontrase» con el «panzer» tulipán.
Van Bommel solo había recibido dos tarjetas amarillas durante todo el campeonato, pero en la final fue el que más y mejor se empleó en el objetivo de destruir el juego de toque español. Tanto pegó a Iniesta, que el pálido jugador del Barça, siempre elegante y tranquilo, se revolvió contra él en alguna ocasión.
Los jugadores pasaron página
La historia de aquella final sigue tan presente que ambos jugadores tuvieron que recordar aquellas refriegas en la previa del Barcelona-Milan que volverá a enfrentarles sobre un terreno de juego. Así, Iniesta fue el primero en explicar que no temía que se repitiera un marcaje como el de aquel día: «No tengo miedo a ningún rival, porque los contrarios no dejan de ser compañeros. Cada uno defiende lo suyo y el árbitro es el encargado de impartir justicia».
El de Albacete, que tras la final del Mundial criticó la actitud de su compañero, asegura ahora que no tiene «nada en contra suyo». «Ni él en contra de mí. Si me toca jugar, intentaré ponérselo difícil», añadió. «Uno tiene que pensar que entonces todos actuamos de buena fe. Hubo acciones y entradas, pero es pasado. Afortunadamente, todo acabó de una manera feliz para nosotros», concluyó.
Mark van Bommel, por su parte, afirmó que lo que sucedió en aquel partido ya está olvidado y no tiene ningún sentido recordarlo: «Todo el mundo quiere ganar y más cuando estás jugando la final del Mundial. No tengo ningún sentimiento negativo contra Iniesta. Tras el partido me olvidé de todo y pienso que él también lo hizo. Es normal, es fútbol. Antes del partido te das la mano y luego te olvidas de lo que pasa, espero que mañana pase lo mismo».
Al centrocampista holandés no le gustó que los periodistas revisaran un tema que parecía cerrado: «Es un poco extraño, porque hace un año de todo esto. Entiendo que me lo preguntéis, pero también podríais hacerlo por jugadores contra los que competí hace quince años». «Me alegra volver, voy a poder a ver a amigos», concluyó sobre su retorno a Barcelona con la camiseta del Milan.
El tercero en hablar fue Pep Guardiola, que con su conocida diplomacia se refirió a Van Bommel como «un gran jugador, que se merece respeto» y reconoció que no cree «que el Milan vaya a jugar con dureza».






