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Desde que el pasado mes de junio la Consellería de Educación anunciase la reformulación del horario lectivo para los docentes de Educación Infantil y Primaria de la Comunidad, los sindicatos optaron por abandonar su puesto en la mesa sectorial y concentrarse en perfilar un calendario de movilizaciones que, a la vista de los resultados obtenidos en las últimas jornadas, han obtenido un escaso poder de convocatoria dentro del ámbito educativo.
La punta de lanza de estas reivindicaciones fue la huelga del pasado 9 de septiembre, que a penas logró congregar en las calles santiaguesas a unas 8.000 personas (otras manifestaciones educativas llegaron a sumar más de 20.000). A esa jornada, con escaso apoyo social, le siguió un arranque de curso que se caracterizó por la normalidad en la gran mayoría de los centros educativos. Así, y según dieron a conocer ayer fuentes oficiales, a lo largo del primer día de colegio para los escolares gallegos se registraron un total de doce incidencias menores, entre las que se cuentan la ausencia por bajas médicas de profesores en escuelas unitarias, la no conclusión de obras en colegios con cargo a los ayuntamientos y el anegamiento de tres aulas de un centro escolar a causa de una tubería de agua rota. Todo dentro de lo esperado en la inauguración de un nuevo curso.
En el capítulo de bajas médicas, utilizado como arma arrojadiza por algunas centrales sindicales, desde el departamento dirigido por Jesús Vázquez explicaron que la consellería tiene constancia cada día de unas cincuenta bajas, que ya han empezado a cubrirse «incluso con más celeridad que en años anteriores», para evitar retrasos en el comienzo de los programas.
A vueltas con las horas Sobre la mesa, y pese al regreso a las aulas, siguen todavía las marchas promovidas por los sindicatos para los días 21 y 27 de este mes. La principal reivindicación de los docentes, la ampliación del horario lectivo de 18 a 20 horas, no ha sido suficiente hasta ahora para movilizar a un cuerpo profesional que hasta hace cuatro años impartía esas 20 horas de clase sin ningún tipo de conflicto. Y es que la rebaja de las 20 a las 18 horas forma parte de un acuerdo suscrito por el gobierno bipartito en 2007.
A cambio de esas dos horas extra de carga lectiva, los escolares gallegos contarán con más tiempo de refuerzo y apoyo y con un tutor que los guiará desde que salen del aula hasta que suben al autobús, una custodia no regulada hasta este año.
