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El controvertido descarte de Carlos Suárez fue el punto de partida. La mala noticia, recibida con amargura por el madridista, significó el inicio del camino hacia el oro. Un mes después de empezar con la preparación, Sergio Scariolotenía, por fin, los doce nombres elegidos para la gloria. Una docena de jugadores, conocidos de sobra en su mayoría, pero que llegaban con el zurrón lleno de dudas tras el fracaso que significó el pasado Mundial de Turquía.
La gran novedad de la lista era el regreso de Pau Gasol. Ausente en Estambul debido a la rotación obligada para dar descanso a su cuerpo cada cierto tiempo, el pívot de los Lakers sabía que éste era un año para no fallar. Un traspié en Lituania tendría consecuencias demasiado severas para sus anhelos. Ese oro olímpico por el que suspira desde hace años se habría esfumado antes incluso de intentar su asalto, así que no podía volver a pasarse un campeonato comiéndose las uñas en la grada. El sí de Pau obligó a Scariolo a variar sus esquemas.







