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Benito Zambrano (Lebrija, 1965) y el productor de “La voz dormida”, Antonio Pérez, acudieron al encuentro con la prensa tras el pase matinal de “La voz dormida” como los gladiadores a la arena. Su adaptación de la obra de Dulce Chacón había recibido críticas desiguales, las más duras la tachaban de maniquea y tremendista. Y en segundos se enzarzaron al micrófono con un periodista, malheridos por quienes afirman que la mirada y el tono de la cinta, que se presentó a concurso en San Sebastián, tal vez no sean lo más ajustado para retratar el paisaje de posguerra.
“Miente quien diga que existen muchas películas sobre la Guerra Civil. Una minoría extrema repite eso, se le ve la pluma”, se encendió el productor de una de las que integran la terna de candidatas españolas al Oscar. De tres, dos hurgan el capítulo más oscuro de nuestra Historia.
Se pidió la Concha de Plata para María León por su interpretación
Las obsesiones del cineasta
Opina Zambrano que “llorar el arte es bonito” porque “te reconcilia”. Su intención siempre fue la de “transmitir al espectador la sensación de terror que se vivía la final de la guerra”, para que lo sintiera en todo su exceso. “Quería hacer una película excesiva. Un descenso al infierno”, como lo definió el cineasta andaluz, “comprometido” con su historia desde que hace años se topara con el libro de Chacón. Sus obsesiones le acompañaron en las muchas entrevistas con historiadores, víctimas, soldados y funcionarios de prisiones. “Si no tomas partido, la gente lo va a tomar por ti”, añadió.
Y en la gran pantalla, muchos tuvieron miedo de asomarse al abismo de la mirada de María León, para quien se pidió la Concha de Plata por su interpretación. “Pepita es un personaje muy puro. Yo puse la inocencia y las ganas de vivir y Benito puso el fuego para el cocido”, resumió la actriz revelación. “La voz dormida” llega a los cines el 21 de octubre.







