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Sus inicios, no son, como algunos piensan, un proyecto del Cabildo
Día 25/09/2011 - 09.14h
El Cabildo de Tenerife lleva trabajando desde hace algún tiempo con la idea de devolverle a la isla, pero sobre todo a su capital, Santa Cruz de Tenerife, la imagen de destino turístico atractivo y de lujo, no sólo para el turista que quiere visitar la isla para contemplar sus encantos, que para ello cuenta con una variedad de hoteles de alto prestigio y calidad, sino para un determinado segmento de público que se cimenta en determinados elementos diferenciadores, comenzando por destacar un cierto nivel de poder adquisitivo y que necesita de un concreto y determinado producto hotelero cuando decide hospedarse en la capital.
En apenas unas semanas, Santa Cruz volverá a disponer, no sólo de un gran hotel de cinco estrellas, el Iberostar Gran Hotel Mencey, sino que abrirá sus puertas un edificio emblemático, un lugar de encuentro social y cultural de primer orden que se ha caracterizado desde su apertura, hará ya de esto más de sesenta años, por ser un lugar para visitar y ser visto; un lugar para celebrar reuniones, exponer los mejores cuadros de los más celebres pintores, para dar conferencias, para celebrar tertulias, para tomar una copa con los amigos, para pasear por sus maravillosos jardines, para degustar de su extraordinaria cocina, o para celebrar el mejor de los eventos; en definitiva, vuelve un mito, un referente emblemático de la ciudad, que ha formado y, sin duda seguirá haciéndolo, parte indisoluble de lo mejor de la sociedad de Santa Cruz de Tenerife.
Sus inicios, no son, como algunos piensan, un proyecto del Cabildo, sino que la iniciativa de dotar a la ciudad de un establecimiento digno de las mejores capitales europeas, surgió en 1945 del entonces Capitán General de Canarias, Francisco García Escámez; el cual, como Mando Económico de la época, eligió al gran arquitecto Enrique Rumeu de Armas para acometer tan gran reto. Posteriormente, y por dificultades económicas, se solicitó la ayuda del Cabildo de la Isla; quien, desde entonces, se dedicó en solitario a proseguir con la responsabilidad económica de las obras. Ya en 1948 se decidió, no sin alguna oposición, el nombre de Mencey para el hotel por sugerencia del Círculo de Bellas Artes. Y, aunque desde el año 1949 ya el hotel alojaba a distinguidas personalidades y a distintos equipos deportivos, no fue hasta el 8 de abril de 1950 cuando realmente se inauguró.
Es cierto que, debido al tiempo transcurrido, el hotel ha tenido que cerrar por mantenimiento y reformas algunas veces; de hecho, en 1988 se inauguró por segunda vez; pero, sin duda, esta tercera reforma es la que se ha cometido con más dedicación, tiempo y dinero; de hecho, la inversión, tanto pública por parte del Cabildo, como la privada por parte de la prestigiosa cadena hotelera Iberostar, rondan los 43 millones de euros, y ha dado empleo a más de 500 trabajadores; garantizándose, además, el puesto de trabajo de la mayoría de los empleados del hotel durante los próximos años.
El director del hotel, Daniel Cañibano, un lagunero ligado a Iberostar desde hace muchos años, es quien se ha dedicado personalmente y durante todo el tiempo que han durado las obras a seguir las directrices de la cadena hotelera, para que el resultado final estuviera en consonancia con lo que, tanto las autoridades como los tinerfeños, esperamos de un edificio esplendoroso y señorial; y que, en cierta manera, ya forma parte de nuestras vidas y del espíritu de la ciudad. Sin duda que será una oferta turística diferente y de calidad; un gran hotel que volverá a formar parte de la vida de la ciudad a partir de una fecha tan emblemática como el 11 del 11 del 2011. Enhorabuena.