Apenas lleva un mes en las librerías españolas y «El mapa y el territorio», el libro con el que Michel Houellebecq, «enfant terrible» de las letras francesas, ha perdido parte de su rebeldía al recibir el prestigioso Premio Goncourt, ya ocupa los primeros lugares en la lista de los libros más vendidos.
Un espacio logrado no solo por las buenas críticas en general que está teniendo la novela, publicada por Anagrama, sino por «el boca a oreja», que funciona de maravilla para adentrarse en la quinta y última obra del autor de «Las partículas elementales», la cual además viene acompañada por la polémica de la acusación de plagio por el uso que hizo Houellebecq de algunos párrafos de la Wikipedia.
Una acusación difícil de probar, ya que además de los retoques que Houellebecq (Reunión, Francia, 1958) hace con sus escritos, en en la página dedicada a los agradecimientos da las gracias específicamente a Wikipedia, «cuyas notas he utilizado -dice- como fuente de inspiración, especialmente las relativas a la mosca doméstica, a la ciudad de Beauvais y a Frédéric Nihous».
En «El mapa y el territorio», Houellebecq utiliza menos que en sus anteriores trabajos lo políticamente incorrecto, como su obsesión por la sexualidad, sus latigazos de xenofobia o de islamofobia, o su defensa del turismo sexual en Tailandia, pero introduce en la novela un elemento muy elogiado, que es la creación de un personaje llamado Michel Houellebecq.
Un escritor francés misántropo, aislado del mundo, raro, que forma parte de una trama con tintes de novela negra y que le da al protagonista, Jed Martín, un artista, el contrapunto y el álter ego -él también es un ser humano poco dado a los humanos- para atizar contra el arte contemporáneo y los temas de la sociedad de consumo y el capitalismo en general.
Una extraña desaparición
Como el personaje de su novela, Houellebecq, que tenía un compromiso con sus lectores este mes en Holanda y Bélgica, desapareció sin dar señales de vida, ni siquiera a sus editores, agentes y traductores. Mercadotecnia o no, el escritor francés volvió a reaparecer días después ya pidiendo disculpas a sus lectores.
Se da la circunstancia de que su personaje en el libro también se aleja del mundo y de la gente. «En el fondo, se dijo Jed tristemente al cerrar la carpeta, su padre nunca había cejado en su empeño de construir casas para las golondrinas». Ésta, que es una de las frases del libro que se atribuye al protagonista cuando muere su padre, un arquitecto frustrado, podría ser la metáfora de la escritura de Houellebecq, empeñado en construir libros que alberguen el vacío y el malestar del hombre contemporáneo.