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TF-111: parece una fijación

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Cuando escribí la primera vez con parcial injusticia no dije nada de los algarrobos, dragos, cardones, pinos canarios

Día 06/10/2011 - 02.55h

HACE un par de semanas redacté un comentario acerca de la carretera TF-111. Cuando lo vi impreso en el ABC me sentí parcialmente injusto, por abundar en aspectos negativos del camino en vez de ponderar las cosas mejores que tiene.

¡Por supuesto que las tiene!, de otro modo no se explicarían los lustros que llevo redescubriendo cada una de sus sinuosidades, que no cambian mucho, pero algo cambian. Y para desmantelar aquella parcialidad pensé que lo mejor era exponer lo que desmiente la desidia, por ejemplo, un cartel que anuncia obras, texto que, casi con seguridad, no ha tenido más de cuatro lectores: el ejecutor del mismo, los dos operarios que lo instalaron y servidor.

«Inversión extraordinaria en carretera, recontracción de muro de contención en la C.I.TF-111 PK1 MAS 850, con motivo de las fuertes lluvias del mes de febrero. Tiempo de ejecución 3 semanas. Importe Base: 30.481,81 IGIC incluido. Colabora Gobierno de España, Gobierno de Canarias, Cabildo de Tenerife». En el Km. 2 de esa restauración, después de una señal que expone posibles desprendimientos, aparece una referencia donde suelen llegar turistas y vecinos a deleitarse con las vistas que regala.

Instalados en ese sitio los ávidos de perspectivas pueden ver toda la capital, su brillo que encandila cuando luce el sol y una costa que parece haberle pedido el divorcio al casco urbano, desde Anaga poniéndole coto por ¿naciente?, hasta donde se acaba por el otro extremo ¿poniente?, signo cardinal a veces camuflado por los humos de la refinería.

En un sitio privilegiado de ese mirador, una información vertical explica que Santa Cruz de Tenerife es «fruto de una larga convivencia entre lo rural y lo urbano». Escrita en español, inglés y alemán, enseña que «Antes de la llegada de los europeos estas tierras pertenecían a las tribus guanches de Anaga, que le llamaban Añaza». También, algo que algunos medios hoy se empeñan en recordar: «En 1494, dos años después del descubrimiento de América, entraron por el puerto natural las tropas españolas que conquistaron la isla».

No sabía que las primeras casas se construyeron con los pinos que crecían donde ahora está la refinería —lo asegura la misma información—, tampoco que el pueblo tuvo que crecer ladera arriba por culpa de los barrancos. Cuando escribí la primera vez con parcial injusticia no dije nada de los algarrobos, dragos, cardones, pinos canarios. Tampoco mencioné las tabaibas ni los beroles que adornan el lugar.

Todo eso, que merece la pena, se puede encontrar en la TF-111. También los conductores suicidas, los depredadores de lo natural, los abandonados que abandonan enseres y los contaminadores, pero eso es otro cantar.

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