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Feliciano López es uno de esos jugadores que pasean su calidad por el circuito, pero a los que les cuesta superar el último escalón. Ese que distingue a los buenos de los mejores. Su tenis de saque y volea, tan extraño dentro del arquetipo tenístico de España, suele dar sus frutos en contadas ocasiones. Dentro de los Grand Slams, Wimbledon ha sido siempre su torneo favorito. Cuarto finalista en varias ocasiones, la hierba de Londres le debe una tarde de gloria.
Hasta hoy, la barrera de los cuartos de final también se le resistía a Feliciano en los Masters 1000. Sólo había logrado superarla en una ocasión, también en Shanghái, hace dos años, cuando Rafa Nadal se encargó de apearle del sueño de luchar por su primer título grande.
Este mediodía, ha sido él el encargado de vengar a Nadal. El alemán Florian Mayer, verdugo de Nadal en octavos de final, ha caído víctima de la potencia del español, cuyo tenis en China está siendo de muchos quilates. Apoyado en un servicio preciso -diez saques directos- López logró sacar de sus casillas a un Mayer que se mostró mucho más errático que el día anterior ante Nadal. Así, el primer set cayó del lado del toledano por un claro 6-2, que no hizo más que reforzar la seguridad y la agresividad con la que estaba afrontando el encuentro.
La segunda manga, mucho más igualada, se decidió en el décimo juego. Ahí, a Mayer le tembló el pulso y cedió su servicio para alegría de Feliciano, que se medirá ahora a David Ferrer en busca de su primera final en un Masters 1000. En la otra semifinal, el japonés Nishikori, que venció a Dolgopolov, se enfrentará al británico Andy Murray.
Al término del encuentro, Feliciano habló en los micrófonos de Teledeporte, para expresar su alegría por el resultado. “Estos dos últimos partidos han sido especiales por la manera de jugar y por la agresividad que he mostrado. Sobre todo, por mantenerlo durante tanto tiempo, que muchas veces es lo complicado en el tenis”, señaló un emocionado Feliciano.







