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A un día de que Bruselas concrete sus planes, los banqueros españoles echan cuentas. Dan por hecho que la Autoridad Bancaria Europea (EBA) elevará del 5% actual al 9% el mínimo de capital de máxima calidad exigible al menos a los cinco bancos de riesgo sistémico: Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia y Popular. Y que la deuda pública española que estos acumulan —166.030 millones de euros— pasará a valorarse a precios de mercado, teniendo que provisionar un 2% de su valor; esto es, 3.320,6 millones. Aunque al menos, el supervisor comunitario computará como capital las obligaciones convertibles en acciones, lo que les permitirá aumentar su «core capital» en 12.912 millones.
«Es el escenario menos malo de los que se han barajado», reconocen a este diario fuentes financieras. En los últimos días, se especuló con que la banca tendría que provisionar el 20% de la deuda soberana española. Las entidades financieras españolas han logrado además, tal y como aseguró ayer la vicepresidenta, Elena Salgado, que los bonos necesariamente convertibles se contabilicen como capital principal, aunque desde Bruselas aún no se ha confirmado.
La EBA no los computó como tal en los últimos test de estrés, y bancos y cajas españoles protestaron alegando que eso les situaba en desventaja frente a sus colegas europeos. Santander, en este concepto, suma 6.893 millones. BBVA ya convirtió 2.000 millones. CaixaBank mejoraría en 2.892 millones su nivel de solvencia. Y Popular en 1.191 millones. Eso sí, la EBA tampoco tendrá en cuenta esta vez las provisiones genéricas, el colchón que el Banco de España obligó a crear en los años de bonanza para cubrir pérdidas futuras, lo que permitiría mejorar la solvencia de esas cinco entidades en 7.579 millones.
Desde el sector se asegura que la necesidad de capital que tenga que afrontar ahora la banca española es perfectamente asumible y que la reforma bancaria del Banco de España ya puso a las entidades del país muy por delante de sus colegas europeos. Como fuere, la recapitalización masiva obligaría a todos los bancos europeos a buscar al mismo tiempo dinero en unos mercados que están cerrados y a las puertas de un año, 2012, en el que la banca afronta sus mayores vencimientos de deuda.








