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La decisión de suspender la reunión del Ecofin añade más dramatismo al encuentro de hoy
Día 26/10/2011
La suspensión de una reunión inesperada de los ministros de Economía de la Unión Europea añadió ayer tarde nerviosismo al ambiente que precede a la cumbre de hoy, tal vez la más dramática de toda la historia de la construcción Europea. La canciller Angela Merkel debe ganar una votación en el Bundestag antes de venir a Bruselas para intentar consolidar una fórmula que devuelva la estabilidad y la confianza en la moneda única cuyos términos se estaban negociando anoche. El Banco Central Europeo considera que «en las actuales circunstancias excepcionales» podría hacer una declaración después de la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno y algunos de ellos, como el francés Nicolás Sarkozy, han anunciado que se dirigirán a sus ciudadanos el jueves.
La mala gestión de la presidencia polaca (un país que no está en el euro) ha convertido un no acontecimiento en un elemento inquietante y de mal augurio previo a la cumbre de hoy, al anunciar inesperadamente que no se celebrará una reunión del Ecofin que, en efecto, no se había convocado, puesto que todos los detalles de la discusión están ya en manos de los jefes de Estado. Algunos de estos detalles de la declaración de la cumbre, como la mención al papel del Banco Central Europeo, se estaban negociando en voz alta en la comparecencia parlamentaria de la canciller Merkel ante el Bundestag. «Estoy obligada por mi juramento del cargo a evitar los daños para los ciudadanos alemanes. Este debe ser el principio que guíe mis negociaciones» dijo la canciller al entrar en el Parlamento donde pidió el apoyo de todos los partidos políticos para sus propuestas. Es muy posible que logre un respaldo suficiente, pero el coste político y funcional de este trámite abre un modelo desconocido hasta ahora en la UE.
Merkel ha adelantado que el fondo de rescate (EFSF) puede tener que acumular garantías de más de un billón de euros, probablemente a través de un mecanismo de inversión externa (con fondos procedentes de China) pero no aceptará que se mencione expresamente ninguna misión concreta del BCE, mucho menos si puede interpretarse como que seguirá comprando deuda de países en situación delicada como Italia oEspaña. Merkel se niega a que se mencionen las «operaciones no convencionales» y exige «que no surja ningún malentendido en cuanto a que los políticos esperan algo del BCE» y se pueda poner en duda su independencia.
Sobre estas negociaciones fluye el gran mar de fondo que se rumia entre los países del euro y los que están fuera de la moneda única a la hora de tratar una crisis que afecta a todos pero claramente de forma diferente. La discusión entre el francés Sarkozy y el británico Cameron este domingo a propósito de lo que debe ser tratado por uno o por otro, es un reflejo de esa brecha de malestar que la crisis no contribuye a reducir. De hecho, la convocatoria frustrada del Ecofin se ha interpretado precisamente como un intento de Polonia por participar en la discusión de los momentos cruciales de la crisis. Pero la canciller Merkel ya lo había planeado de forma diferente: hoy por la tarde primero se reunirán a 27 los jefes de Estado para tener una visión de conjunto, pero luego las decisiones se tomarán a 17, por los representantes de la zona euro al más alto nivel, tras lo cual los que no pertenecen a la moneda única «serán informados lo antes posible» de las decisiones que los demás hayan adoptado.







