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ANIVERSARIO T. L. DE VICTORIA
Collegium Vocale Gent.
Philippe Herreweghe, director
Lugar: Burgos, Casa del Cordón
Fecha: 29-10-2011
«Thomae Ludouici de Victoria, abulensis, sacrae Caesarae Maiestatis Capellani. Officium defunctorum, sex vocibus. In obitu et obseqviis Sacrae Imperatricis». Así reza la portadilla de la impresión matritense de la Misa de difuntos compuesta por Victoria con ocasión del fallecimiento de la que había sido su protectora en el monasterio de las Descalzas Reales, doña María de Austria. Al margen de las disputas sobre su datación y su interpretación o no en las exequias de la emperatriz, se percibe en esta obra el cariño y amistad que profesó Victoria a doña María a lo largo de su ministerio como capellán privado. La inclusión de una impactante «Lectio» inicial («Taedet animam meam»), y de un sentido motete conclusivo («Versa est in luctum chitara mea»), son muy ilustrativos dentro de una misa que, dentro de su austeridad formal, está tejida de profunda emoción, dolor y una acuciante necesidad de implorar el amparo divino.
La rememoración de este «Officium defunctorum» conmemorativo del IV centenario de la muerte del abulense ha llegado a Burgos, segundo jalón de la gira europea del «Collegium Vocale Gent», de manos de Caja de Burgos. A la cabeza de esta prestigiosa y veterana formación belga, Philippe Herreweghe, su fundador y mentor, quien tras una intensa carrera se interna ahora en la sobriedad de la polifonía española renacentista de Victoria. El retrato sonoro de este músico visto por Herreweghe devuelve la imagen de un Victoria monumental en el entramado del diseño polifónico; diáfano y perfecto en la escritura vocal (afinación, empaste, dicción, fraseo), más cercano en esta pulcritud y perfección a la esfera de lo divino, en sentido platónico, que de lo humano. Se me antoja sin embargo que toda esta quintaesencia, desde luego digna de admiración y elogio, no acaba por descubrir del todo a ese maestro de capilla que ponía música a textos como el de «Vadam et circuibo»: «Si halláseis a mi amado decidle que peno de amor». Musicar el «Cantar de los Cantares» denota una vulnerabilidad tan arrolladoramente humana que resulta difícil imaginar al abulense componiendo el motete «Mi arpa se ha hecho luto» («Versa est in luctum»), impertérrito y extático. Austeridad no implica impasibilidad.
