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Es lo que tiene jugar contra el Barça. Sabes que vas a perder igual pero, al menos tienes la posibilidad de caer como un héroe. Fue más o menos lo que hizo el Viktoria. Peleó como un poseso, llegó a los dominios de Valdés y le obligó a emplearse a fondo antes de que pasase lo de siempre: cogió el balón Messi y se acabó la historia, la heroicidad y los golpes de pecho diciendo aquí estoy yo. [Estadísticas del partido]
Salió Pep con mucha gente titular fuera del campo: Xavi, Iniesta, Villa, Pedro... pero aún así su dominio fue incontestable. Es cierto que tuvo algunas lagunas en defensa, cuando debía cortar los contragolpes del Viktoria, pero incluso en esos momentos contó con Valdés que al final superaría el récord de imbatibilidad de Reina, que lo tenía fijado en 825 minutos.
Aunque el equipo checo mostró desparpajo y valentía, se veía con claridad que el Barcelona, con una posesión de balón cercana al 70 por ciento, creaba muchas ocasiones de gol. De hecho, cada vez que Messi cogía el balón había peligro. O Cuenca, que también estuvo a gran altura. [Así hemos narrado el encuentro]
Se veía llegar el gol y en el minuto 23 una acción de Messi acabó con el encuentro. Entró en el área, hizo un recorte y Cisovsky le derribó sin remisión. Penalti claro y expulsión algo más rigurosa, aunque se puede entender que era ocasión clara de gol.[Las mejores imágenes]
Gol del argentino, que significaba el 200 en su carrera y el choque se cerró definitivamente porque los checos no eran rivales con once en el campo, mucho menos con diez.
Cuenca acompaña a Messi
El Barcelona, todo hay que decirlo, sesteó, más que nada porque vio con claridad que le bastaba con los chispazos de Messi y con las paredes que hacía, bien por la derecha con Cuenca o por la izquierda con Adriano. Una de estas últimas, al filo del descanso, le permitió entrar hasta la cocina y certificar el segundo tanto que dejaba listo el partido.
La segunda parte sobró (como en realidad sobraba el partido en sí). Lo mejor que tuvo fue ver el empeño del Viktoria, que no entregó nunca la cuchara ni se rindió aún jugando con diez futbolistas. El Barcelona, todo hay que decirlo, se dedicó a tocar el balón y a dejar pasar el tiempo sin desgastarse demasiado.
Aún así, llegó con facilidad y generó ocasiones, unas falladas por Cesc y otras paradas por el buen portero checo, que evitó males mayores para su equipo. Pero el dominio del Barça era total y Cuenca, en un gran partido, abrió de nuevo la lata. Se fue por la banda derecha para ponerla en la cabeza misma de Cesc, que firmó el tercero antes de que Messi lograra el cuarto y un nuevo «hat trick».
