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Flores y más flores recibe este Barcelona que deleita a su público y cosecha títulos casi con desidia. Balones de oro y nominaciones recolectan sus jugadores, listos siempre para Guardiola y para demostrar que La Masía, más que un club, es una familia, y que solo así se entienden los fantásticos resultados cosechados.
No obstante, no todos son hijos pródigos. Los que van saliendo de la familia culé coinciden en que, más allá de los laureles y la aparente buena concordia entre todos, el entrenador esconde una doble cara para aquellos que no se encuentran entre sus protegidos. El último en poner de relieve las sombras del técnico azulgrana ha sido Zlatan Ibrahimovic, que descubre, en su autobiografía, la falta de entendimiento y el total hermetismo que puede practicar Guardiola con algunos de sus jugadores.
Fue acumulando el sueco demasiadas situaciones adversas durante la temporada 2009/10. Falta de entendimiento y de continuidad sobre el terreno de juego, poco cariño y apoyo y, además, los cinco minutos que le «regaló» en el partido del Madrigal en mayo de 2010 contra el Villarreal. «Le grité: “No tienes huevos. Te cagas con Mourinho”». La cada vez más acusada estancia en el banquillo fue un golpe demasiado duro para el que había llegado a las filas azulgranas para triunfar como 9. Dos conversaciones en seis meses sobre su situación fueron lo único que logró, pero no tuvieron las consecuencias que esperaba. La aparición de Messi le relegó tanto que, finalmente, terminó saliendo del club, no de la mejor forma: «Guardiola me ha echado y es el que ha roto mi sueño en el Barcelona», acusó.
No es Ibrahimovic, sin embargo, el único jugador ex azulgrana que ha puesto de relieve la falta de tacto y entendimiento. Algunos de los que salen hablan sobre lo que no se ve de Guardiola y parecen haber padecido la misma enfermedad: su mutismo.
Sin palabras
Fue Samuel Eto'o el primero en destapar ese lado del entrenador. Nunca fue la suya una relación cordial, hasta el punto de expresar con cierto desdén que el mejor entrenador del mundo era Mourinho. Pero se unió al club el canterano Bojan Krkic, con los mismos síntomas: falta de confianza y de comunicación. «Guardiola no se portó bien conmigo. Por mucho que hiciera, sus ojos no lo veían», contó el canterano tras su salida del club. Curiosamente, el que también estaba llamado a ser un brillante 9. Mucho más directo fue Yaya Touré: «Al principio nunca me decía nada. No tenía confianza en mí y no me hizo caso hasta que tuve la oferta del City». Rotunda declaración de un jugador que fue clave en el triplete de la temporada 2008/09.
Y si las relaciones entre técnico y jugador no siempre se demuestran cordiales, también saltan las alarmas entre los propios futbolistas. Ayer, el mismo Messi tuvo que aclarar que su relación con Villa es perfectamente normal y que no existe ningún tipo de rivalidad entre ambos. «Los dos sabemos que eso es mentira. No me llevo mal con nadie». Entre tanta flor, también nacen algunas ortigas.
