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Desde que ingresó en Twitter y desempolvó el ostracismo al que está sometido por su implicación en la Operación Puerto, Manolo Saiz había señalado en su agenda una fecha llena de simbolismo. El 11 del 11 del 2011. Se especuló con el lanzamiento de un nuevo equipo ciclista en época de penurias para este deporte. Se habló de una noticia bomba que mitigase el litigio que aún mantiene el director cántabro con la justicia. En realidad, el misterio guardaba una gran melancolía. Saiz había trajinado durante meses para juntar hoy, el día del 11, a todos los ciclistas, auxiliares y colaboradores que pasaron alguna vez por la ONCE.
El ciclismo era en los años noventa como la Fórmula 1 de nuestros días. Un espectáculo que el público devoraba al calor de Miguel Induráin y que fulminaba las audiencias. Y la ONCE aglutinó en un fantástico equipo todos los poderes fácticos que percutieron contra la hegemonía de Induráin. Una escuadra llena de virtudes que revolucionó en cierta medida el ciclismo: implantó la pulcritud técnica, el gusto por las contrarrelojes, la fuerza grupal antes que el inspiración del individuo, los ataques en manada y otras tantas cualidades que no se concebían en España, donde primaba el escalador pequeño que subía como las cabras.
La ONCE ganó cuatro vueltas, exprimió un imponente potencial (438 victorias, 258 etapas, 73 clásicas, 21 cronos por equipos incluyendo dos victorias en el Tour) y dejó nombres inolvidables para el recuerdo: Lejarreta, Zulle, Jalabert, Beloki, Mauri, Olano, Breukink, Nozal...
Hoy Zülle es mánager y comenta el ciclismo en la televisión alemana. Jalabert es la imagen de las bicicletas Look y analista en la tele francesa, Beloki tiene su propia marca de bicis (Cosmos) y Olano diseña los recorridos de la Vuelta en Unipublic. Ocho años después de su retirada del ciclismo (luego el equipo se llamó Liberty Seguros), la ONCE revivió de nuevo en Madrid.
