Economía

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Cambiar el mandato del BCE, última baza de la eurozona

El banco emisor ha empleado ya 187.000 millones en compra de deuda soberana

Día 16/11/2011

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El hecho de que muchas miradas de los líderes europeos estén orientadas hacia Fráncfort no es casual. En la sede del Banco Central Europeo (BCE) puede estar la última bala en la recámara que tenga al eurozona para intentar poner fin a la grave crisis de deuda que, en palabras de la canciller Angela Merkel, es la más grave desde la Segunda Guerra Mundial en el Viejo Continente.

La entidad que preside desde principios de este mes el italiano Mario Draghi ha realizado operaciones extraordinarias de compra de deuda soberana de los países con mayores dificultades de financiación en el mercado secundario por importe de 187.000 millones de euros, en acciones de naturaleza «limitada» y «temporal». Pero, a la vista de los resultados y de las nuevas tensiones en el mercado con récords sucesivos en la prima de riesgo de muchos países, todo apunta a que el montante se ha quedado corto.

Una de las palancas que tiene Europa a su alcance para intentar parar la sangría que supone el pago de los intereses de la deuda, que sólo en España es de 100 millones de euros al día, es lograr un acuerdo para cambiar el actual mandato del Banco Central Europeo en el Tratado de la Unión Europea, de tal modo que pudiera realizar operaciones masivas de compras de bonos y así aliviar la tensión.

De ese modo, y si se lograra el cambio, el BCE podría llegar a tener un papel equivalente al de otros Bancos centrales del mundo en materia de apoyo a la deuda. El Banco de Inglaterra, por ejemplo, es tenedor del 20% de la deuda pública de Reino Unido, lo que rebaja mucho la tensión en materia de financiación de la economía de ese país.

En el caso de la Reserva Federal de Estados Unidos la diferencia es aún mayor, ya que oscila entre el 30 y 40% del total de los bonos emitidos por el Tesoro estadounidense.

Sin embargo, lo que para la mayoría de los mortales parece una necesidad imperiosa, el cambio del mandato del BCE para aliviar las tensiones de la eurozona, para la todopoderosa Alemania es «casus belli». Desde Berlín los argumentos son que si se permitiera a la institución de Fráncfort comprar deuda de los países más manirrotos, como ha sido el clamoroso caso de Grecia, se mandaría el mensaje de manera implícita de que se puede ser un poco descuidado en materia de gasto, y laxo en la recaudación de impuestos, que siempre vendrá el BCE al auxilio.

Otra de las tesis de la canciller alemana es que que al riesgo moral de ayudar a los países más laxos, se suma el peligro de que suba la inflación en toda Europa como consecuencia de un aumento del dinero en circulación. La cuestión de fondo es que los países que están en el euro carecen de margen de maniobra ya que no controlan la política cambiaria ni monetaria, que están delegadas en el BCE, por lo que su capacidad de reacción es muy escasa ante el aumento del precio de colocación de la deuda.

A lo anterior se le añade que la llegada de Draghi al BCE, que muchos confiaban en que aliviara un poco la situación de los países periféricos, entre ellos de la deteriorada Italia de donde es originario, no ha supuesto ningún cambio y, además, él mismo ha dicho que en cuanto pueda quiere acabar con el programa especial de compra de deuda europea.

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