En Vídeo
En imágenes
Edición impresa
En medio de la tormenta que mantiene en vilo a su hermano Pau estos días, Marc Gasol vive sus mejores momentos como jugador de baloncesto. Llegó a la NBA casi de rebote, con el apellido Gasol pesando como una losa en cada balón que salía de sus manos, pero ha sabido hacerse un nombre y demostrar su valía entre la élite del baloncesto mundial. A falta de la firma, el mediano de los Gasol hizo oficial ayer su renovación con estatus de estrella con los Grizzlies. 44 millones en cuatro temporadas. Un salario que le situará entre los veinte mejor pagados de la NBA.
Cuando los Lakers y los Grizzlies acordaron el traspaso de Pau Gasol en febrero de 2008, hubo muchas voces que se alzaron en contra de Chris Wallace. El manager general de Memphis había dejado marchar a su mejor jugador a cambio de un puñado de baloncestistas mediocres y los derechos de un semidesconocido que jugaba en Europa. A pesar de su apellido, pocos confiaban en la valía de Marc para triunfar en la NBA. Demasiado pesado, su lentitud de movimientos no le auguraba un futuro prometedor. Tampoco ayudaron las continuas comparaciones con su hermano, inevitables tras el vacío que dejó Pau con su marcha.
En su primera temporada lejos de Europa ya dejó muestras de su talento, pero fue en la segunda cuando empezó a despuntar. El hecho de conocer la ciudad y la franquicia —vivió allí varios años cuando Pau emigró a Estados Unidos— le ayudó en sus inicios, pero fue su transformación física lo que terminó de darle el empujón definitivo. Mucho más delgado, la llegada de Lionel Hollins al banquillo de los Grizzlies resultó clave para su explosión.
De ser uno de los peores equipos de la liga, Memphis pasó rozar los play offs en 2010 y a luchar por el anillo en 2011. Un cambio radical en el que Marc Gasol tuvo mucho que ver.
El propio jugador reconocía hace unos meses en ABC que le había «costado dejar de ser el hermano de Pau». En esa entrevista, aseguraba estar tranquilo ante su futuro. El hecho de ser agente libre no le quitaba el sueño. Al contrario. Sabía que ofertas no le iban a faltar.
Primero llamaron a su puerta los Rockets. Luego llegó la oferta de los Grizzlies, que han tirado la casa por la ventana para mantener el bloque de la pasada campaña. Un equipo ilusionante (tras la renovación de Zach Randolph y del fichaje de Pargo) con el que llegar lejos. Un equipo construido de la nada. Con esfuerzo. El mismo que ha llevado a Marc Gasol a la cima del basket mundial.