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Hay cosas que solo son posibles en el peculiar universo creativo de Miranda July. Su obra tiene la capacidad de sugerir preguntas que de otra forma no te plantearías y penetra en tu imaginación con la contraseña que solo ella conoce. Lo logra con sus performances, con sus criaturas esculturales, con sus historias literarias (Seix Barral publicó en España «Nadie es más de aquí que tú», una colección de cuentos) y, sobre todo, con sus películas.
La última de ellas, «El futuro», llega mañana a la cartelera española (seis meses después de su estreno en Estados Unidos) como una lúcida, irreverente y muy especial reflexión sobre el paso del tiempo y sus heridas cotidianas.
—¿Por qué una película como «El futuro»?
—Quería escribir una película oscura, no un drama, sino un filme que lidiara con la tristeza. La escribí en un momento muy convulso de mi vida, en una época en la que tenía muchos miedos. Mis personajes no son tan biográficos como la gente tiende a creer. De hecho, la protagonista de esta película está basada en mi mejor amiga. Todo lo que hago es muy personal, pero no cuento historias que me han pasado a mí.
—¿Qué quería demostrar?
ABC
Una escena de «El futuro»
—Pese al título escogido, la película no trata sobre el futuro, sino sobre el paso del tiempo, sobre la madurez, sobre cómo nos enfrentamos al hecho irremediable de que nos hacemos mayores. Es interesante reflexionar sobre cómo cada uno lidiamos con el paso del tiempo de diferente forma y cómo el tiempo en sí, como ente, es distinto para cada persona. Muchas veces esperamos que alguien venga a salvarnos y no somos conscientes de que los únicos que podemos salvarnos somos nosotros mismos.
—¿Es una persona optimista?
—Lo soy, pero a medida que pasa el tiempo, al ir madurando, soy menos optimista y tiendo a ver las cosas de forma más realista, más dura. Cuando era pequeña pensaba que el tiempo nunca se me acabaría, y, de hecho, después incluso llegué a creerme todo ese discurso de que cada nueva generación sería mejor, más futurista, si quieres decirlo de ese modo. Pero ahora veo que nuestro tiempo es limitado y que las cosas pasan sin más, sin que podamos retenerlas ni tan siquiera apreciarlas. Ese sentimiento es real, no es algo vacuo, se trata del cambio más importante que vas a experimentar en tu vida... y por eso me pareció que «El futuro» sería un gran título para una película.
—¿Considera que ya ha madurado?
—Literalmente, me hago mayor. Tengo un niño pequeño, un marido, una casa y una vida familiar bastante estable. Creo que sí, puede decirse que he madurado con mis películas, mis performances, mis obras, mis libros... Sí, me siento bastante madura.
—¿Qué rol juega el arte en su vida?
«Me resulta muy difícil no escribir sobre sexo. Soy yo, es algo que siempre me ha interesado»
—¿Es maniática, tiene fobias?
—Los perros me aterrorizaban, eran mi mayor fobia, pero conocí a mi marido y le encantaban, no podía vivir sin ellos, así que terminamos teniendo uno... La vida es contradictoria, irónica, porque tiende a enfrentarte con tus mayores miedos; puedes tomártelo con humor y superarlo, y eso es exactamente lo que yo he hecho.
—El sexo es algo propio de su obra.
—Me resulta muy difícil no escribir sobre sexo. Soy yo, es algo que siempre me ha interesado porque me permite experimentar sensaciones muy intensas. Es divertido y no entiendo por qué parece un problema por el hecho de que seas una mujer creadora.
—¿Cree, como «Time» que el «indignado» es el personaje del año?
—Es una buena idea, tiene sentido después de todo lo que ha ocurrido, con el «Movimiento occupy» como una de las cosas más esperanzadoras de los últimos años. La gente que estaba a la cabeza de la protesta en Los Ángeles es muy «tipo LA», me recordaba a los actores jóvenes y guapos que vienen a triunfar.
—¿Tiene referentes?
—Quiero ser artista y que mi trabajo se valore como bueno o malo, pero que no se me juzgue por ser «indie», porque me haría sentir muy pequeña e irrelevante. Soy autodidacta, mi referente es el mundo que me rodea.
