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Después de que Los Ángeles Clippers se quedaran con la baza de Chris Paul, los Lakers han cedido el papel de equipo grande al conocido como «hermano pobre» de la ciudad y caminan sin un rumbo fijo. Con la salida del alero Lamar Odom y con Dwight Howard blindado por Orlando, la situación de caos que parece reinar en el club desbordó a Kobe Bryant, que acusó al Comisionado de la NBA, David Stern, de la decisión de vetar el traspaso de Paul: «Otros dueños no quisieron que los Lakers volviesen a conseguir una buena plantilla y se enfrentaron entre ellos mismos».
Estos «otros dueños» a los que Bryant hace referencia, no son ni más ni menos que el resto de equipos convertidos en co-propietarios de los Nueva Orleans Hornets —ya antigua casa de Chris Paul— desde que la NBA se hiciera cargo del club para evitar que desapareciera. Todos tienen voz y parte, por lo que, según Bryant, decidieron evitar que los Lakers se reforzaran. Jerry Buss, propietario de los Lakers, también se mostró contrariado y molesto con la decisión, y sigue buscando dos o tres estrellas que necesita el equipo para volver a ser candidatos al título.
No obstante, Bryant ve con desconfianza el rumbo errático que está tomando su equipo: «Para ser honestos, no sé hacia dónde vamos», confesó. Y fue también duro al sentenciar que ahora es el «hermano pobre» el equipo más atractivo de Los Ángeles: «Yo, desde luego, vería jugar a los Clippers», sentenció a la prensa estadounidense. Y en medio de todas las operaciones, un Pau Gasol resignado, que espera paciente un destino que parece todavía lejos de establecerse.
Efecto dominó
En una liga en la que todo está relacionado, la llegada de Paul a los Clippers también ha creado otros damnificados. Según la ecuación prevista, si Paul recalaba en los Lakers, los Rockets de Houston se harían con Gasol (y Omar hubiera ido a los Hornets). Y todos contentos, pero el giro final ha dejado sin premio a los Rockets, que podrían estar pensando en emprender algún tipo de acción legal contra el veto de la discordia.
