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Tras el escándalo de la operación Saga, la SGAE se comprometió a deshacerse de sus empresas de índole comercial
Día 19/12/2011
Tras el escándalo de Microgénesis y con el punto de mira de la investigación del juez Ruz sobre la red de teatros Arteria, la Comisión Rectora de la SGAE decidió hace meses proceder a la venta de todos los espacios así como a cerrar las empresas de índole comercial dependientes de la entidad de gestión. Un proceso que está llevando su tiempo.
Además del cierre del Sello Autor hace más de un año, se ha procedido a concluir la actividad de la Editorial Autor, cuyos últimos volumenes en ver la luz han sido el «Diccionario del Punk» y un libro sobre la figura del compositor Xavier Benguerel. También echará el cierre la empresa Tramart, encargada de gestionar las tiendas que ponían a la venta los productos de la Fundación Autor.
No sucede lo mismo con Cimec, empresa de estudios de mercado creada por la consultora Milward Brown y la SGAE. Tras retirarse Milward Brown, la entidad de gestión se quedó con el 85% de la participación, mientras los trabajadores de Cimec se han hecho cargo del otro 15%. Con un 65% de volumen de trabajo procedente de la SGAE, seguirá con su actividad.
Más complicada está resultando la «desinversión» de Arteria, pues debe realizarse de manera «planificada». La empresa Aguirre Newman será la encargada de tasar los edificios en su valor real y de valorar las ofertas de tal manera que se pierda el menor dinero posible, entre lo que se pagó entonces y lo que se pueda recuperar ahora. No todos los teatros tienen la misma viabilidad. Así, los espacios de Argentina y México podrían ser vendidos con más garantías para obtener plusvalías, pues no pende de ellos ningún crédito. Aunque han llegado algunas ofertas, no se han entablado negociaciones. Esto, es de suponer, correrá a cargo de la próxima junta directiva de la SGAE.
Más difícil lo tendrán los teatros Lope de Vega y Coliseum, situados en la Gran Vía y que incluyen apartamentos y tiendas. En ellos se realizó una inversión de más de 80 millones de euros, que será difíciles de recuperar, aunque la SGAE no está dispuesta tampoco a malvenderlos. Un caso aparte es el del teatro Campos Eliseos de Bilbao y el del Paral-el de Barcelona, que funcionan en colaboración con las administraciones públicas, por lo que tienen voz y voto en cómo se gestionarán en el futuro.
El peor situado para salir a la venta es el Auditorio Al-Andalus en Sevilla, diseñado por Fajardo. Sin concluir las obras, parece difícil encontra a alguien, público o privado, que asuma el megalómano edificio.
El espacio que ya ha sido cerrado y está también a la venta es el Centro de Arte y Tecnologías Aplicadas (CATA), que consta de aulas de formación, estudios de grabación, sistemas de producción de vídeo en alta definición, salas de montaje y un plató dotado de la última tecnología.
Entre los flecos a resolver se encuentran el Palacio del Infante don Luis en Boadilla del Monte. Tras perder la concesión del edificio por defecto de forma, la SGAE, que dice haber invertido 1,4 millones de euros en el proyecto de rehabilitación y en algunas obras, ha reclamado al Ayuntamiento de la localidad madrileña la devolución de los avales.
La Torre de la Músicade Valencia tampoco cobró forma más allá de los planos arquitectónicos de García Abril. El retraso en la concesión de permisos por parte de Aviación Civil (ante la altura del edificio) pilló a la Berklee School of Music y a la SGAE inmersos ya en la crisis económica, lo que abortó el proyecto. A pesar de ello, la entidad de gestión invirtió en él 2,7 millones de euros.
