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«Ha perdido luz en los ojos». El indómito optimismo de Jaime Alguersuari ha caído unos cuantos peldaños frente a las pupilas de sus amigos, su círculo íntimo, compañeros de andanzas que vivieron como una amputación la noticia del pasado 14 de diciembre, cuando Toro Rosso hizo público el descarte del español para el Mundial de Fórmula 1 de 2012. Una mutilación siempre deja huella y en ello anda el más joven piloto en la historia de la F-1: descubriendo si es capaz de superar el mal trago.
El enredo de su destitución pasa, inevitable, por Daniel Ricciardo, cetrino australiano nacido en Perth hace 22 años que se ha convertido en la niña de los ojos en Red Bull. La fe en el oceánico es ilimitada hoy para los rectores del equipo, el triunvirato formado por el asesor Helmut Marko, el diseñador Adrian Newey y el jefe de equipo Chris Horner. Red Bull quería colocar a toda costa a Ricciardo en la Fórmula 1 y el acuerdo corría por el paddock como un sobrentendido: iría a Caterham —nueva denominación de Lotus— para foguearse cedido, igual que lo hizo en el final de la última temporada en Hispania.
Al terminar la última carrera de 2011 (Brasil, 27 de noviembre), Alguersuari se llevó un plan de acción para 2012 con las palabras de Franz Tost (jefe de equipo del filial, Toro Rosso) y Helmut Marko a propósito del futuro inmediato. Y el piloto pensó que la renovación era un hecho. El nuevo valor, Ricciardo, correría en Caterham y Alguersuari y Buemi seguirían en Toro Rosso.
Sucedió que Jarno Trulli, 37 años, se negó a cancelar el contrato que lo unía una temporada más a Caterham después de un 2011 lamentable. «No estoy listo para retirarme todavía —dijo el veterano italiano—. Esperemos que el próximo año brille el sol. Hay esperanza y buena voluntad para el nuevo proyecto». Mike Gascoygne, jefe técnico de Caterham, no quiso porfiar con Trulli y Red Bull se quedó sin destino para Ricciardo.
El francés Vergne tampoco encontró acomodo como cedido en Marussia (antiguo Virgin, que fichó a otro galo —Pic—) y en Red Bull no hacía mucha ilusión la posibilidad de colocar a uno de los dos (Ricciardo o Vergne) en Hispania, un equipo que empieza casi de cero con la nueva propiedad y la dirección de Luis Pérez Sala. La escudería campeona se encontró, de repente, con cuatro pilotos en nómina y solo dos asientos. Y solo Ricciardo con el puesto asegurado. Se ha desplazado a vivir a Luton, cerca de la fábrica de Milton Keynes, suele cenar de vez en cuando con Horner y se ha integrado hasta la médula en la familia Red Bull. Marko, Newey y Horner cortaron por lo sano. Ni Alguersuari ni Buemi. Ricciardo y Vergne.
En este punto y con la rescisión del contrato ya en la mano, Alguersuari intenta aguantar en la F-1 como piloto reserva. Tiene difícil recalar en Hispania —que necesita dinero de los candidatos— y está en negociaciones con Mercedes para ser el tercer piloto. También ha sondeado a McLaren, aunque esa opción es improbable.







