¿Buscar al señor cura en el despacho parroquial o en la iglesia? Sí, todavía es posi- ble hacerlo, aunque muchos saben que pueden contactar con él a golpe de «wasshapp» o con un mensaje en Facebook. No cambia el mensaje, el Evangelio, que sigue siendo el mismo dos mil años después y no tiene vuelta de hoja, pero sí los medios y las personas. Si la diócesis de Córdoba es desde hace años una de las que tiene más seminaristas de España, los frutos comienzan a verse ahora, cuando quienes se ordenaron no hace demasiado tiempo empiezan a llegar a puestos de responsabilidad y a imprimir su forma de hacer las cosas, que no cambia en el fondo, pero sí en algunas formas. ABC ha hablado con tres de estos presbíteros, que, cada uno a su modo, pueden servir para ilustrar las señas de los nuevos sacerdotes de la diócesis, y que además han ido asumiendo responsabilidades.
«Mi experiencia es que los jóvenes son comprometidos y entusiastas»
«Me sorprendió mucho, porque yo me había formado en Roma en medios de comunicación, y me esperaba que me encomendaran algo así», cuenta, mientras recuerda a los más de 8.000 cristianos que pasaron por la diócesis y vivieron acogidos en casas durante aquellos inolvidables días del mes de agosto, en que la entusiasma marea juvenil desbordó todas las previsiones, y cuya organización fue para él una prueba de fuego.
Parte del trabajo
De aquellos días, y también de su edad y contacto con la tecnología, conserva su voluntad de trabajar en Facebook, al que se reconoce «casi un adicto» por las posibilidades que ofrece para tomar contacto con los fieles y ofrecer constantemente información. «Es parte del trabajo diario, como si fuera un canal para la nueva evangelización», dice quien del contacto con los jóvenes ha notado buena disposición al trabajo y al compromiso cristiano, y que no son tan desafaectos al cristianismo como parece. Pone como ejemplo la Casa de los Jóvenes Juan Pablo II en la Compañía. «Uno de cada siete jóvenes participa en alguna actividad, dice la estadística», cuenta al hablar de una sociedad que, reconoce, se seculariza, y la que hay que evangelizar por nuevos medios.
Con la Delegación de Medios hereda un área de trabajo muy activa desde su puesta en marcha en el año 2004, y que genera noticias a diario, con fuerte presencia en Internet. La otra atención es su parroquia. «Se dice que Cañero enamora y es verdad. Ahora puedo hacer verdad que el pastor conoce a todas sus ovejas, porque para la gente eres importante», cuenta de su actividad en el popular barrio cordobés.
Un amplio rebaño tiene también José Antonio Jiménez, aunque mucho más disperso en el espacio. Su perfil se aproxima al del cura rural, pero él tiene que buscar a sus ovejas, y lo hace con entusiasmo, en coche o moto.
Es párroco de la Inmaculada Concepción en La Carlota, una de las ciudades que más ha crecido de población en la provincia. «Tenemos 150 bautizos al año, lo que significa que la población crece», dice, al tiempo que cuenta cómo cada fin de semana tiene que recorrer ocho de las diez aldeas del término municipal para decir misa y atender a los fieles.
«Es una población de 14.000 habitantes, y La Carlota tiene una feligresía joven», dice sin que el ajetreo de cada día le corte el entusiasmo por la labor. «En las aldeas la gente es mayor y algunos sí me dicen que podría ser su hijo o su nieto», cuenta de su recorrido por los núcleos de la Vega del Guadalquivir. A sus juveniles 28 años, la fuerza le llega para tan ingente trabajo.
No acaban ahí sus obligaciones, porque entre semana también vive pegado al volante y viaja a Córdoba, los martes y los viernes para ejercer como capellán en el colegio Jesús Nazareno, donde celebra la misa y hace una labor que le procura honda satisfacción.
«La homilía y el Evangelio no cambia, pero las redes pemiten llegar a mucha gente»
Su cuenta en Twitter (@Menotti13cat) tiene casi 200 seguidores, a los que muestras frases, reflexiones, citas cristianas y su día a día, como la sesión fotográfica en la que gentilmente posó para ABC en la mañana de ayer. No son mensajes unidireccionales, porque comparte impresiones con fieles y amigos. «Sí hay que tener cuidado con qué se retuitea, porque eso significa que uno está de acuerdo con lo que dice», advierte.
Otras formas de comunicación están más orientadas lo práctico. «El whataspp me resulta muy útil para organizar reuniones. Formamos grupos con todas las personas interesadas. Y si, por ejemplo, tengo que organizar una reunión con las cofradías, hablamos por ahí y vemos cuál puede ser el mejor momento para la reunión», explica, para insistir en que lo importante siempre es lo que se transmite, y no el medio. Esta savia nueva de la diócesis de Córdoba es la cara de la buena salud del seminario San Pelagio, que con 60 vocaciones es uno de los más activos de España y al que, fuera de Madrid, sólo superan los 67 de Cartagena y los 64 de Toledo. De allí salieron sacerdotes que hoy han asumido puestos de responsabilidad, como José Almedina, que fue secretario particular de monseñor Asenjo y delegado de Pastoral Universitaria y ahora es rector del Santuario de San Juan de Ávila en Montilla, en pleno Año Jubilar. O Antonio Prieto, con 38 años, en el puesto de rector del Seminario.
También le falta para llegar a los 40 a Jesús Poyato Varo, desde hace tiempo con altas responsabilidades que compagina con tareas de párroco. Tras ordenarse, amplió estudios en Teología Dogmática. Hace más de un lustro asumió la dirección del Instituto de Ciencias Religiosas Beata Victoria Díez, un centro educativo de alto nivel para seglares que cuenta con numerosos alumnos y un notable prestigio, y desde hace un tiempo es también párroco de San Mateo de Lucena. No acaba aquí su trabajo, porque es además vicario episcopal de la Campiña, que abarca todo el sur de Córdoba con más de 300.000 habitantes. Sus dos antecesores inmediatos, Francisco Jesús Orozco y Mario Iceta, serían más tarde vicarios generales.
«Asumir cargos de responsabilidad no es algo que uno espera ni busca, ni lo hace con esa perspectiva cuando quiere ser sacerdote, pero llegan», dice.
La diócesis de Córdoba, explica, tiene sacerdotes jóvenes, que ahora se acercan a los 40 años y hace tiempo que despuntaron, pero también algunos de edad más avanzada. «El hueco está en los que tienen unos 50, que son menos, y eso es por los años posteriores al Concilio Vaticano II», dice. Las estadísticas le dan la razón: 95 sacerdotes de los más de 200 que trabajan en Córdoba están por debajo de los 50 años, mientras que de estos, 65 todavía no han cumplido los 40, lo que permite cierto optimismo.
«Es necesario que la sociedad vuelva a apreciar la belleza de la vida cristiana»
«Se trata e hacer un anuncio del Evangelio ad intra, es decir, hacia dentro de nosotros mismos como cristianos», dice, para después admitir que en la sociedad cordobesa, como en la española en general, «los valores del cristianismo, que antes se respiraban, ahora se han oxidado» y ha degenerado en la situación actual. El reto, pues, para este sacerdote, es el de conseguir que el cristianismo vuelva a resplandecer, y que «el pueblo comprenda y sepa apreciar la belleza de la vida cristiana y lo que significa». Como los demás, también recurren a los modernos sistemas de comunicación, aunque más hacia adentro que hacia fuera, pero también insiste en que el medio es menos importante que el mensaje que se quiere transmitir: el del Evangelio de Jesucristo.