
Preocupación en el sector agroalimentario por el impacto de la guerra arancelaria entre la UE y EE.UU
Productores y consumidores temen que la escalada de aranceles encarezca productos básicos y afecte la economía del sector
La creciente tensión comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos ha encendido las alarmas en el sector agroalimentario, ante el temor de que una escalada de aranceles perjudique tanto a productores como a consumidores. La posibilidad de represalias comerciales por parte de ambas potencias podría traducirse en un fuerte impacto económico, especialmente para la UE.
El conflicto se ha avivado tras el anuncio de Estados Unidos de imponer impuestos fronterizos de hasta un 200% a productos como el vino y el champagne europeos, en respuesta a gravámenes aplicados a determinadas bebidas alcohólicas americanas. La incertidumbre persiste respecto a la lista de productos agrícolas que podrían verse afectados por futuras sanciones arancelarias de la administración estadounidense.
Según datos del sector, la balanza comercial agroalimentaria entre la UE y EE.UU es favorable para Europa, con exportaciones que en 2024 alcanzaron los 38.000 millones de euros, mientras que las importaciones desde el otro lado del Atlántico se situaron en 14.000 millones. En el caso de España, las ventas hacia el mercado estadounidense han crecido de manera significativa en la última década, generando un superávit comercial de 1.500 millones de euros en 2024. Este desajuste comercial podría convertir a la UE en la parte más perjudicada en una guerra arancelaria prolongada.
Los expertos advierten que las medidas punitivas no solo afectarán a los gobiernos, sino también a los ciudadanos. Los aranceles suelen ser asumidos por los importadores, lo que provoca un encarecimiento de los productos para los consumidores finales. En este sentido, el sector agrario insiste en que no se impongan gravámenes adicionales a insumos esenciales, como la materia prima para piensos ganaderos, cuyo abastecimiento ya es un reto para Europa.
Desde el sector se insta a las autoridades europeas a priorizar la negociación y a involucrar a productores y consumidores en ambos lados del Atlántico para encontrar soluciones consensuadas. Se subraya que el diálogo y la cooperación entre las partes pueden evitar que la tensión comercial termine impactando negativamente en la economía de agricultores, ganaderos y ciudadanos de a pie.