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Olivar en seto / Ifapa
II Encuentro Oleoestepa

El olivar se mira al espejo: las tendencias que marcan el futuro (y presente) de un sector clave

Un encuentro organizado por Oleoestepa pone sobre la mesa las grandes necesidades del sector, que pasan por la mecanización y la agricultura de precisión

01/07/2021 Actualizado a las 13:22

Los nuevos marcos de plantación, el futuro de un cultivo cada vez más exigente (y exigido), y los vaivenes de rentabilidad, son algunos de los temas que se han puesto sobre la mesa en el II Encuentro Oleoestepa, con el título «Nuevas tendencias del Olivar», y en el que el ingeniero agrónomo del Ifapa, Victorino Antonio Vega Macías, esbozaba cuál es el panorama olivarero en Andalucía. La ponencia estuvo precedida por parte de Álvaro Olavarría, director gerente de la cooperativa Oleoestepa.

De hecho, a modo de introducción, el director gerente de Oleoestepa SCA ha hecho hincapié en un hecho que está marcando la actualidad de este cultivo y aseguró que «tenemos un reto importante, ya que estamos viviendo un desarrollo de la superficie de olivar que no se corresponde con la demanda».

Como contexto, Olavarría ha explicado que en 2019 en España se alcanzaron 2.751.255 hectáreas de olivar, según la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos en España (Esyrce) elaborada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, a la vez que que destacó que el 60% de esta superficie nacional se cultivó en Andalucía (1.652.489 hectáreas).

Álvaro Olavarría, director gerente de Oleoestepa SCA, junto a Victorino Antonio Vega Macías, ingeniero agrónomo del Centro Ifapa– Alameda del Obispo / Oleoestepa

Olivar no mecanizable versus olivar intensivo

Por su parte y como punto de partida, Vega Macías dejaba en el aire una cita del histórico ingeniero agrónomo y experto en olivicultura Miguel Ortega Nieto: «¿Están en decadencia nuestros olivares?», y aseguraba que «en los últimos años la olivicultura ha tenido un gran desarrollo mayoritariamente en los países mediterráneos y en otras muchas zonas del mundo que también habían tenido olivar anteriormente y que ahora, llegado este momento, se han animado de nuevo a producir aceite y aceitunas».

En relación a las nuevas tendencias que han ido imperando en el cultivo del olivo, Vega Macías ha detallado que, actualmente, «más del 20% del olivar de Andalucía lo definiríamos como olivar no mecanizable, en el cual la demanda y la poda requieren una gran inversión».

En este sentido, ha querido recordar la realidad del sector, y es que siguen existiendo notables diferencias entre los costes de producción de un kilo de aceite en un olivar no mecanizable (aproximadamente 3,52 euros/kg), y en un olivar intensivo de regadío (1,60 euros/kg). A esto se le añade una problemática más: la estructura de las explotaciones, ya que más del 70% de estas tienen menos de 5.000 ha, por lo que «la disponibilidad de recursos se presenta como uno de los principales problemas para llevar a cabo la faena».

Reconversión hacia el olivar intensivo

En este marco, ha resaltado la creciente apuesta hacia los cultivos intensivos. «Ya entre 2010 y 2015, más del 20% de las nuevas plantaciones que se hacían eran de tipo intensivo, mayoritariamente de olivar. Sin embargo, en los últimos años el olivar intensivo está perdiendo puntos respecto a los olivares en seto, porque no tiene todavía resuelta la mecanización integral de la recolección».

Al respecto, ha destacado que «cada vez es más común ver arranques de olivar hacia un olivar de reconversión mucho más productivo, y eso ha dado sus resultados, generando un olivar es más competitivo».

«El éxito estaba garantizado al implantar olivos con un único pie, en lugar de tres, de forma que la superficie que captaba sol era mayor y por lo tanto daba lugar a una mejor producción», ha expuesto Vega Macías durante su intervención.

Además, «se observó que siguiendo esta tendencia de plantación el volumen de copa es prácticamente el mismo que el de los olivares tradicionales, de forma que el volumen de copa que se desarrolla por unidad de superficie es prácticamente el mismo independientemente de la densidad de población», ha incidido el ingeniero agrónomo del Ifapa.

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Imagen informativa sobre las dimensiones de las copas de los olivos expuesta durante la presentación / Oleoestepa

La clave está en la radiación solar

En cuanto a las densidades de plantación con las que obtener un máximo productivo, el ingeniero agrónomo aseguraba que «se puede conseguir este máximo productivo con distintos volúmenes de copa por hectárea. A medida que el medio productivo muestra peores condiciones hay que ir aumentando la superficie, porque es capaz de generar menos volumen de copa, entra más el sol y se obtiene igualmente más producción».

Al respecto, afirmaba que hay que ser conscientes que «cada vez que el olivar va recibiendo mayor radiación solar es capaz de generar mayor cantidad de biomasa. De tal forma que las hojas actúan como mini paneles solares, las cuales son las encargadas de absorber esa energía. Esta es la clave de todo el diseño productivo de las plantaciones».

«A nivel de olivo, se ha constatado que por cada megajulio que capta la hoja esta es capaz de fabricar 0,16 gramos de aceite, por lo tanto a mayor radiación en el olivar, mayor producción. Esto es así siempre que el olivar no entre en condiciones de estrés hídrico», apostillaba el ponente.

Factores que han contribuido a la evolución del sector

Por otro lado, Victorino Antonio Vega Macías explicaba que otro de los hechos que han contribuido al desarrollo de la nueva olivicultura es la puesta a punto de la multiplicación de semillas bajo nebulización, que ha dado paso al desarrollo de la industria viverística.

No obstante, justificaba que «este desarrollo de la nueva olivicultura se ha producido gracias a la mecanización, que ha contribuido a reducir costes y a evitar daños en los cultivos, dando lugar a la evolución de la olivicultura superintensiva. Ese tipo de olivicultura está pensada para desarrollarse mediante una mecanización integral del cultivo, pero fundamentalmente de la recolección del cultivo».

Al respecto, citaba un estudio desarrollado en el año 1997 en la Universidad Córdoba con el objetivo de evaluar este tipo de plantaciones, para ello se plantaron olivos a distintas distancias y se analizaron las producciones obtenidas durante las primeras seis campañas.

Según daba a conocer el ingeniero agrónomo, «en los primeros años se observó que la producción era proporcional a las plantaciones, si bien, en las que superaban los 800 olivos/ha obtenían una mayor producción con el paso de los años. Asimismo, se constató que en las que superaban los 1000 olivos/ha llegaba un momento en el que la producción caía debido a que la recepción de la luz disminuía».

Así, continuaba explicando el integrante del Ifapa, posteriormente y «viendo esta problemática, se llevó a cabo una nueva investigación de la mano de la profesora María Gómez del Campo en la Universidad Politécnica de Madrid, en la que se estudió la geometría que debían tener los setos y cómo debían diseñarse las plantaciones para obtener la mayor radiación solar posible. De este modo, se diseñó un algoritmo para lograr la colocación más óptima de los olivos».

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Algoritmo para conseguir una colocación óptima de los olivos / Oleoestepa

De esta manera «se fue modificando el potencial productivo que determinaba que la altura del seto tenía que ser igual a la distancia existente en la calle que separa a un seto del siguiente», apostilló el ponente.

En busca de un olivar más sostenible

Tradicionalmente, otro de los valores limitantes para la evolución del olivar era la inversión. Si bien, «desde el punto de vista económico, en los últimos años los costes de esta inversión se han reducido considerablemente» y han aumentado las ayudas. «Actualmente, nos encontramos en ese punto en el que, como receptores de ayudas debemos plantear unos sistemas de producción sostenibles, respetuosos con el medio ambiente, que cumplan con los estándares de calidad…», explicaba Vega Macías.

«Se han creado normativas dentro del Pacto Verde Europeo como son la estrategia del cambio climático, De la Granja a la Mesa y la de la Biodiversidad y Ecosistemas. De modo que solo queda una opción, plantear olivares sostenibles, para el cual es fundamental la biodiversidad. Por suerte, en el olivar andaluz tenemos 156 variedades, diez principales y 53 locales», precisó el locutor.

Nuevas variedades

De otro lado, el experto del Ifapa señaló que «la tecnología y la mejora genética avanzan hacia nuevas variedades adaptadas a vaso y seto con una resistencia o alta tolerancia a enfermedades y hacia plantaciones multivarietales. Además, se siguen estudiando nuevos sistemas de formación de seto, hemos analizado los setos con rebaje frente a los setos en eje central. Si bien, de cara a poder trabajar con determinadas máquinas, hay que trabajar con setos de más anchura sin que se produzcan perdidas de cantidad», aclaraba.

Riego subterráneo

En cuanto al aumento de producción en riego o secano, Victorino Antonio Vega especificaba que «lo normal es tener dotaciones en torno a los 1500 metros cúbicos por hectárea para las plantaciones tradicionales y en torno a 2500 metros cúbicos para las plantaciones de intensivo».

Respecto al manejo del agua, precisó que «la ventaja del riego, sobretodo cuando los años son secos, es como aumenta la productividad, que se multiplica hasta por diez. Igual que ocurre en las plantaciones de intensivo aplicando un riego deficitario».

No obstante, Vega Macías destacaba que «el empleo del riego subterráneo está cada vez más implantado en el olivar, dado que con la misma cantidad de agua y el mismo olivo se puede conseguir una mayor productividad si se aplica el riego mediante este sistema».

Haciendo referencia, por otro lado, a la fertilización y a los beneficios del análisis foliar, el ponente puntualizaba que el abonado foliar está «más que comprobado» en olivar de secano. En este marco, defendió que «la aplicación de micronutrientes logra aumentar un 50% la producción de aceite solo manteniendo la fertilización que tenía y aplicando hierro».

Producción integrada del olivar

Por último, el ingeniero agrónomo del Ifapa hacía alusión a la importancia del manejo de las cubiertas y destacó cómo esta acción «permite reducir la erosión al mínimo comparado con los sistemas de laboreo tradicionales».

Además, antes de concluir su exposición, Vega Macías recalcó que «hay que apostar por la producción integrada, los tiros van por aquí, estos serán los tipos de que serán aceptados socialmente, políticamente, y estructuralmente en los próximos tiempos.

Finalmente, el integrante del centro Ifapa– Alameda del Obispo aseguró que el futuro del sector pasa por la olivicultura de precisión. «Hoy en día disponemos de drones que nos permiten medir la densidad del olivar, la altura, las copa de los olivos, la superficie ocupada por las malas hierbas, la geometría de las plantaciones. Además, se pueden detectar la verticilosis mediante imágenes hiperespectrales y térmicas…», ponía a modo de ejemplo Vega Macías.

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