Conocido por estar al frente de la casa francesa Chanel desde 1983, Karl Lagerfeld es uno de los hombres más polifacéticos del mundo de la moda: diseñador (al frente también de Fendi y de su propia marca), fotógrafo (él mismo toma las fotografías para las campañas publicitarias de la «maison»), cineasta (ha dirigido numerosos cortometajes) y artista (ha presentado ya varias exposiciones y ha publicado varios libros de arte), el último trabajo del «kaiser» es una película publicitaria para la marca de helados Magnum que presentó ayer en el Festival de Cine de Tribeca, que se celebra estos días en Nueva York. La protagonista del filme es una de sus musas, la actriz Rachel Bilson.
Con todo, el diseñador ha concedido 30 minutos al editor de la revista W, que resume en su blog el resultado del encuentro. Sobre el trabajo para la marca de helados, Lagerfeld expresa su interés por la publicidad: «He realizado numerosos anuncios porque esta es mi nueva carrera. Es una extensión muy inspiradora para mi mente. Siempre me ha encantado la publicidad. Si no me hubiera dedicado a la moda, habría hecho publicidad». Y eso que él no toma helado (lleva sin tomar azúcar diez años por consejo de su su médico) .
Se considera a sí mismo una especie de «culturista mental»: Siempre estoy ocupado. Sabes, cuanto más hago, más ideas tengo, eso es lo divertido. El cerebro es un músculo y yo no paro de trabajarlo».
De ahí que el concepto de vacaciones no tenga espacio en la vida de Lagerfeld. «No soy un empleado que va todos las mañanas a su oficina a la misma hora. En ese caso, las vacaciones son una necesidad. Yo soy como un cantante de rock que sale de gira», dice. Y valora la independencia que le da su nombre: «En Chanel no hay reuniones. En Chanel hacemos lo que queremos en el momento que queremos, y funciona. En Fendi es lo mismo», añade.
El diseñador también ofrece detalles más personales, como que su eterna coleta blanca es una manera cómoda de recogerse el pelo («No me lo corto porque tengo miedo de que no vuelva a crecer»), la prenda femenina que menos le gusta («No soy muy fan de los tangas») y la última vez que lloró («Tendría que recordar la última ocasión enq ue comí cebolla»).
El «pope» de la moda
Este 2011 ha sido especielmente convulso en el mundo de la moda. Al escándalo que destronó a John Galliano de la casa Christian Dior (a quien Lagerfeld repudió públicamente), siguió el adiós de Christophe Decarnin de la firma Balmain y la última es la despedida de Tommaso Aquilano y Roberto Rimondi de Gianfranco Ferré. ¿Qué piensa Lagerfeld de todo esto?
«Creo que Riccardo Tisci sería un buen sustituto en Dior, y Haider Ackermann podría pasar a Givenchy; no porque sean mis amigos, sino porque son buenos», opina. Sobre la situación en Balmain, la respuesta de Lagerfeld no deja lugar a dudas: «¡Olvídalo! Era un trabajo realizado por un editor de moda. Ni siquiera conozco el nombte del hombre que lo hizo, así que no me preguntes por eso».