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Bob Dylan y las nuevas leyes del forajido eléctrico

El de Dultuh regresó anoche al Poble Espanyol para potenciar la faceta más eléctrica de un cancionero universal que, sobre el escenario, volvió a sonar deliciosamente desfigurado

Día 28/06/2010 - 10.22h
¿De qué escapa Bob Dylan?, se debía preguntar más de uno tras verlo desfigurar por enésima vez su repertorio y transformar la apacible “Blowin’ In The Wind” en una traviesa algarabía eléctrica. ¿De su propia leyenda? ¿De su pasado? ¿De esos sufridos fans que, canción tras canción, se quedaban con el estribillo en la boca mientras el de Duluth comprimía y troceaba sus propios versos?
AGENCIAS
Bob Dylan, en un concierto en 1994.
Sea lo que sea lo que lleva a darse esquinazo a sí mismo en cuanto sube a un escenario y se esconde tras ese sombrero de cowboy urbano, el caso es que Bob Dylan se ha convertido en uno de los más célebres forajidos del rock americano. Muchos son los que le buscan y pocos, muy pocos, los que acaban encontrándole.
A punto de cruzar la frontera de los setenta, el de Minessota sigue corriendo más que sus canciones y que buena parte de su público. De ahí que no solo no existan dos conciertos suyos iguales, sino que cada Bob Dylan es diferente al anterior. El que se vio el jueves en el Poble Espanyol, por ejemplo, no era el mismo que se vio hace seis años en el mismo recinto. Es más: si en su última actuación en la ciudad se pasó toda la velada escondido tras el teclado, verle agarrar la guitarra a la mitad de la inaugural “Rainy Day Woman” fue la primera revelación.
La segunda, directa como un gancho de izquierda, fue toparse con un artista más terco y seco; un Dylan recargado de electricidad que provocó calambres y transformó en descargas de alto voltaje piezas clásicas –de “Just Like A Woman” a “Tangled Up In Blue” pasando por una voltaica “Highway 61 Revisited”- y temas más o menos recientes –“Honest With Me,” Cold Iron Bounds” y “Love sick”-.
Ni rastro, pues, de las sutilezas contry de un artista que, alternando guitarra y teclado, tensó al máximo su repertorio y, justo después de una inflamada “Ballad Of A Thin Man”, pisó el acelerador del rhythm'n'blues desfigurando “Like A Rolling Stone” y reafirmando el pulso nervioso de “Joline” y “Together through life”. Al final, la traviesa “Blowin’ In The Wind” permitió tirar de tópico y confirmar que con Dylan las respuestas siempre están en el aire. ¿De qué escapa Bob Dylan?, preguntábamos al principio de esta crónica. Quizá no escapa. Quizá es que simplemente avanza para no estar quieto.
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