La tensión entre Ibrahimovic y el Barcelona ha dado un giro radical y todo parece indicar que el jugador y su representante son los que impiden su continuidad como azulgrana. Porque son ambos quienes ya la hacen insostenible en el club y en el vestuario. Zlatan fue el único que no compartió con sus compañeros, en el campo, la celebración de la victoria del equipo en el Gamper, retirándose al vestuario. Ya ni siquiera entrena con el grupo por decisión personal, argumentando «molestias musculares» para ejercitarse en solitario en el gimnasio. Y Mino Raiola, su representante, acentúa sus ataques verbales contra Guardiola y la directiva catalana.
La situación es cada vez mas tensa y, al margen de las negociaciones con el Milan, ayer intervino la junta azulgrana en pleno al denunciar públicamente las manifestaciones que, el díscolo representante, ha efectuado estos últimos días «atentando contra el honor y la integridad moral» de Guardiola. Además, la directiva del Barça considera que, «aparte de perturbar las relaciones personales entre jugador y técnico, esta lamentable e impropia actitud perjudica el buen ambiente del vestuario por la inevitable tirantez que origina», y anunció que su servicio jurídico está estudiando el asunto.
Así, la directiva barcelonista destaca y censura la predisposición hacia el incumplimiento de sus obligaciones por parte del jugador, o sea de contrato, como el de representación y gestión que la empresa de Raiola tiene suscrito con el club. El Departamento Jurídico del Barça valora ya la posible rescisión del compromiso y el cese de la retribución anual que la sociedad del representante tiene derecho a percibir en razón de este contrato y, según el resultado de esta valoración y de la evolución de los próximos acontecimientos, el club adoptará «las medidas que considere oportunas también contra el jugador», lo que podría terminar en su despido.
Mientras, el Milán asegura que Ibrahimovic está a un paso de convertirse en jugador «rossonero», pero queda un gran problema por superar. El acuerdo que han alcanzado los dos equipos, por 40 millones de euros, se ha enquistado porque el sueco no está dispuesto a renunciar a su sueldo de más de 9 millones de euros netos (12 brutos) durante cuatro temporadas en el Barça, para cobrar «solo» 8 millones netos durante cinco años.
La prensa italiana siguió ayer, minuto a minuto, el movimiento que se iba produciendo en Barcelona y en Milán. La llegada de Ibrahimovic supondría «un salto de calidad» para el equipo, dijo ayer el entrenador del equipo, Massimiliano Allegri. Lo que nadie recordó fueron los problemas que provocaron que el año pasado Ibrahimovic saliera del Inter.
