La invitación a hablar en Westminster Hall, el edificio más antiguo del Parlamento, donde se juzgó y condenó en 1535 a Tomás Moro por su reiterada negativa a aceptar el principio de Supremacía del año anterior (autoridad del Enrique VIII sobre el Papa en materia de religión), “sugiere que después de cinco siglos después de la Reforma el Papa es percibido como alguien que tiene algo que decir en relación a los valores que forman y unen la sociedad civil británica”, como señala Eamon Duffy, profesor de la Historia de la Cristiandad de la Universidad de Cambridge.
“Cuando el Papa entre en Westminster Hall y marque una pausa en el lugar donde Santo Tomás Moro, Lord Canciller de Inglaterra, fue condenado por su fe católica, será un momento de gran resonancia”, aseguraba momentos antes Vincent Nichols, arzobispo de Westminster. Y como escribía el analista Valentine Low, el Papa habrá estado también en la Abadía, lugar de coronación de los reyes ingleses en una ceremonia que hasta hace sólo cien años incluía un juramento de rechazar las doctrinas de Roma por ser “idolatría y superstición”.
La visita de Benedicto XVI tiene mucho de reconciliación entre dos tradiciones, en un momento en que los católicos del Reino Unido (unos seis millones de personas, el 8% de la población) han superado a los anglicanos (alrededor de 25 millones; el 41% de los ciudadanos) en la asistencia el domingo a los servicios religiosos. La creciente secularización de la sociedad británica hace además que el carácter de Iglesia “establecida” por parte de los anglicanos (cierto rango de religión oficial) ya no suponga la preponderancia del pasado.
Pero si hay aspectos en los que resulta cada vez más fácil tender puentes entre ambas confesiones, en otros las divergencias aumentan. La ordenación de mujeres como sacerdotes en 1994 y la decisión de ordenarlas como obispos que se ha confirmado este año separa más a los anglicanos de los católicos. Lo que comenzó siendo sólo una ruptura de jurisdicción en 1534 con Enrique VIII, con posibilidad de reversión, pronto se fue consolidando como divergencia teológica con la aceptación de las doctrinas protestantes.
Al comienzo de la Reforma hubo un buen número de mártires por la prohibición de la práctica religiosa católica, y sólo a comienzos del siglo XIX el Catolicismo logró la emancipación, pero para entonces ya se había caminado demasiado en sentido opuesto. Hoy los anglicanos que deseen la plena comunión con Roma podrán integrarse en el Ordinariato anunciado por la Santa Sede. Aunque su anuncio provocó alguna reacción negativa desde el Anglicanismo, este asunto no ha sido objeto de controversia durante la visita del Papa.






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