Amaya Arzuaga se enfrentó el pasado martes a su gran día. La diseñadora burgalesa presentó en París sus propuestas para la temportada primavera-verano 2011. Arzuaga había desfilado en Londres, Milán, Madrid, Barcelona y Nueva York, pero no en París. Era su primera vez en la cuna de la moda y pulso de las grandes firmas europeas. La cita fue en la Galería de Mineralogía del Museo de las Ciencias Naturales.

EFE
Volúmenes XXL en el desfile.
La semana pasada, la diseñadora estuvo también en Cibeles, pero con su segunda línea, «AA», reservando el plato fuerte para París. En Madrid sorprendió con una colección prêt-à-porter que muchos habrían dado como válida para una primera línea, jugando con sus volúmenes insignia, pero con materiales más básicos. Y en París ratificó su impecable estudio de las perspectivas.
Tal y como explica la diseñadora, "Cuando piensas en una pasarela, el público está sentado a los lados y ve mucho el perfil" de las modelos, de ahí que se planteara "estudiar la silueta de la mujer" desde esa perspectiva.
Las modelos se transformaron en crisálidas y mariposas sobre la pasarela, gracias a los pliegues, drapeados y volúmenes cibernéticos del patronaje. Largos hipercortos, piernas al aire, y tonos lisos (blanco, negro, humo y rosa ahumado)
Podríamos decir que Arzuaga es una mujer muy tecnológica, al menos si nos fijamos en sus materiales predilectos. Utilizó punto hecho a mano, viscosa, gazar de seda y algodón de seda, y en ocasiones materiales "ajenos en teoría al mundo de la ropa", como la seda o tul plastificados con toques de metal, para el día, "en busca de un aspecto más informal".