Corea del Sur forma parte de la fiesta porque ha abonado algo más de 200 millones de euros (siete años de contrato) en la cuenta del patrón, personaje capaz de levantar una piedra y dar con un fajo de billetes. Sin embargo, lo que se ha encontrado por estos lares no es precisamente lo esperado para su negocio, pues se pone en duda la capacidad de la F-1 para llegar a cualquier rincón del planeta. A Corea del Sur se le concede un aprobado raspado porque al menos hay carrera, que corrió serio peligro de anularse, pero desde luego suspende en otros temas como el alojamiento y la logística.
A unos 400 kilómetros de Seúl, la capital del país, emerge este trazado que presume de tener la recta más larga del Mundial (1,2 kilómetros), obra del gurú Hermann Tilke que reconoce abiertamente que no buscaba ningún récord con semejante distancia. Simplemente debía formar parte de la ciudad fantasma que está por llegar —Jeollanam-do—. Buscan los helicópteros una imagen sugerente del lugar, pero se encuentran siempre con el mismo escenario desolador, 5.615 metros de asfalto sin nada que le dé vidilla a sus costados. Tiene una capacidad para 130.000 espectadores, una apuesta de futuro ya que costará llenar las gradas, y el paquete de entradas para todo el Gran Premio va de 126 euros el más barato a 643 el más caro.
Mónaco y Valencia, ejemplos
El promotor del proyecto, Yung Cho Chung, ha admitido que se han pillados los dedos y ha pedido disculpas públicamente, educado y servicial como aparentan todos los coreanos. Se pensaba que no iban a llegar y que se quedaban sin carrera, pero se empeñó Ecclestone en que se respetara el calendario con una severa amenaza que venía a decir «ahora o nunca». Hay curvas y puntos en juego, es verdad, pero ni rastro de los rascacielos ni del lujo que tenían que presidir en esta urbe, cuya referencia en el plan inicial es el circuito de Mónaco e incluso el de Valencia. Ya llegarán
La bienvenida a Yeongam la dan unos horripilantes espantapájaros —algo de gracia tienen, eso sí— y los organizadores se pierden en indicaciones sin saber ni siquiera ellos lo que quieren decir, cambiando cada día la ubicación del parking de prensa y superados por la magnitud del evento. Eso sí, mejoran cada día después del descontrol del jueves, en donde ni siquiera había tornos para acceder al recinto.
Media parrilla está instalada en Mokpo, ciudad dormitorio que deslumbra con sus luces de neón, imposible decidir cuál es el panel luminoso más cantón. Habitan unos 220.000 habitantes y la zona saca el máximo rendimiento a la fábrica de Hyundai y al sector de los servicios. Abundan los moteles —con eme, no hay error tipográfico en la frase— ya que en Mokpo se exprime el turismo sexual, aunque Ecclestone ha trasladado amablemente a las prostitutas a otro lugar durante esta semana. Las instalaciones son objeto de comentarios jocosos en el paddock, asombrado cada miembro cuando se encuentra en su habitación un neceser con cremas corporales, gomas de pelo y preservativos. Y no hay armarios. ¿Para qué si las habitaciones se suelen alquilar por horas? Es, en definitiva, un negocio fantasma de Ecclestone.






