En la misa de la tarde en la Plaza del Obradoiro, el Santo Padre agradeció “la amable presencia de sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias” y dirigió su homilía a los peregrinos pero también “a los jefes de los pueblos”, que deben evitar la “prepotencia y explotación”. Y habló de modo especial a los jóvenes que tanto le habían vitoreado.
Pero su mensaje principal fue dirigido a Europa, que debe “abrirse a Dios, salir a su encuentro sin miedo”, teniendo presente que la Cruz es un signo de amor, de perdón y de reconciliación que “nos enseña a vencer el mal con el bien”. Su conclusión fue rotunda: “Es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa”.
Benedicto XVI calificó de "tragedia" que en el viejo continente exista la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo de su libertad. Asimismo, denunció que se pretenda arrinconar a Dios al ámbito de lo privado y a la penumbra y exhortó a salir a su encuentro "sin miedo".
El Pontífice hizo estas manifestaciones ante unas 7.000 personas que asistieron a la misa en la plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela que celebró con motivo de su peregrinación a la tumba del Apóstol Santiago, en este Año Santo Jacobeo.





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