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La actriz Luisa Martín relata el proceso de «El sueño de la maestra», último trabajo cinematográfico de Luis García Berlanga
Día 13/11/2010 - 21.58h
La actriz Luisa Martín relata el proceso de «El sueño de la maestra», último trabajo cinematográfico de Luis García Berlanga.
Me llamaron un jueves.
-El maestro quiere que hagas el corto "El sueño de la maestra". No puedes decirle que no
-Yo no digo que no -respondí-, pero estoy embarazada de seis meses
A los tres minutos volvieron a llamarme.
-Que dice el maestro que haga usted el trabajo como le dé la gana
-¿Cuándo se rueda?»-, pregunté.
-El domingo.
-¿Cómo el domingo? ¿Este domingo?
-Sí. Este domingo.
-¿Y el texto, me lo envían?
-No podemos porque todavía no está terminado.
Al día siguiente recibí un texto con una canción que tenía que aprenderme. Cuando llegué al rodaje, el domingo por la mañana, nos preparábamos para el ensayo, con el texto que yo tenía, y de pronto dijo Berlanga: «¿Ese texto? No, no vale, no está redondo». Así que hicimos el ensayo como pudimos, con una historia... Y nos fuimos a comer. Se reunieron allí el propio Berlanga con José Luis García Sánchez, Bernardo Sánchez Salas y otras personas... Yo no quería perdérmelo, ver cómo se creaba una película de cerca me parecía una experiencia fascinante. Al cabo de un rato, Berlanga me miró y dijo: «Esta niña tendrá que ir a maquillarse o a descansar o a lo que sea...» Me dieron un texto nuevo para que me lo aprendiera y me fui a la escuela donde rodábamos.
Se hizo todo en una sola tarde, en un único plano secuencia. «El sueño de la maestra» era en principio un sueño erótico que tenía el personaje que interpretaba Elvira Quintillá en «Bienvenido, Mr. Marshall». Pero Berlanga decía que eso ya era una tontería en estos tiempos, y que lo que había que hacer era denunciar la pena de muerte, que parecía mentira que todavía existiera. Y en eso quedó el corto, en una denuncia contra todas las penas de muerte.
A mitad del rodaje, Berlanga se volvió a mi y me dijo si no me podía quitar la tripa, o esconderla, o...
-Maestro, es que estoy embarazada de seis meses-, le dije.
-Ya, ya... Pero es una lata. Juégalo, juégalo...
Fue una locura, porque me llamaron un jueves, rodamos el domingo, y al jueves siguiente ya estábamos en el estreno en Kinépolis. Pero fue la locura más maravillosa de mi vida, porque además se necesitaba que apareciera un gañán, y dijo que el papel lo hiciera mi marido; así que en la película está mi hijo, todavía en mi vientre, mi marido y yo... Y es además el último trabajo cinematográfico de un hombre que fue una lección viviente.
