El hotel Auditorium de Madrid, situado en las cercanías del aeropuerto de Barajas, se convirtió en un inesperado punto neurálgico de la crisis en los cielos españoles. En este establecimiento se habían dado cita un numeroso grupo de los controladores que se habían ausentado de sus puestos de trabajo.
La casualidad quiso que varios de los pasajeros que se habían quedado sin poder volar fueron trasladados a este mismo hotel para pernoctar. Rápidamente se corrió la voz, a lo que contribuyó enormemente el altavoz de las redes sociales, de que los controladores habían elegido el lugar como base de operaciones. Los ánimos se exaltaron y se vivieron escenas de gran tensión dentro del hotal, lo que provocó que numerosos efectivos de la Policía Nacional tuvieran que realizar un importante despliegue para evitar que se produjeran agresiones.
«¡Despidos ya!»
Los controladores que salían o accedían a la sala blindada por la Policía en la que estaban reunidos tuvieron que escuchar graves insultos y numersos gritos como «¡despidos ya!». Una de las afectadas espetó a dos de esos trabajadores: «Para un viaje que hacemos en el año, ¡desgraciados!...», mientras les grababa con un teléfono móvil. Varios testigos confirmaron a este periódico que no llegaron a producirse agresiones. El lugar también fue vetado a los medios de comunicación.
Pocas horas antes, representantesntantes del Ministerio de Fomento accedieron a la mencionada sala para conminar a los controladores a que depusieran su actitud y advertirles de la posible militarización del servicio. Minutos más tarde, agentes de la Guardia Civil y efectivos de la Policía también tuvieron un encuentro con los controladores para informarles de que el servicio había sido ya militarizado y para identificarles de cara a posibles acciones judiciales en el futuro. Esta medida respondía a la decisión de la Fiscalía de Madrid de incoar una investigación sobre los hechos ocurridos en el aeropuerto de
Barajas
