Hoy martes comienza en Los Ángeles la vista judicial para esclarecer de una vez qué o quién mató a Michael Jackson. El grueso de las sospechas se centran en el doctor personal del «rey del pop», Conrad Murray, quien tiene todos los puntos para ser acusado de homicidio involuntario por administrar a su paciente una dosis masiva del somnífero propofol ese fatídico 25 de junio de 2009. Pero la defensa de Murray podría contraatacar afirmando que Jackson se suicidó.
Esto último no parece muy probable, teniendo en cuenta que Jackson dejó atrás a tres hijos pequeños que le adoraban, y que siguen describiéndole como «el mejor padre del mundo», y que además estaba a punto de iniciar una gira de conciertos de gran magnitud. Por eso, Murray podría apelar a una especie de suicidio involuntario, basado en que el cantante se atiborrara temerariamente de somníferos más por desesperación ante la imposibilidad de dormir, que por deseo real de quitarse la vida.
En paralelo al inicio de la vista los herederos de Michael Jackson han reclamado, y conseguido, que la cadena de televisión Discovery renuncie por el momento a emitir un polémico documental que reconstruye y dramatiza la autopsia del malogrado cantante. Al parecer, el documental incluye detalles de tan «mal gusto» como exhibir un cadáver cubierto con una sábana del que emerge un guante con lentejuelas, distintivo personal del artista.










