La expectación que había despertado la reunión que mantuvieron ayer por la tarde el Gobierno, los sindicatos y, por primera vez, la patronal sobre la reforma de las pensiones y el mercado laboral quedó en «agua de borrajas». En el encuentro estuvieron el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez; los secretarios generales de CC.OO. y UGT, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, respectivamente; y los presidentes de CEOE y de Cepyme, Joan Rosell y Jesús Terciado. A mitad de la reunión, cuando acabó el Consejo de Ministros, se incorporó a la misma el omnipresente vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba. Por el contrario, no estuvo en esta ocasión la vicepresidenta económica Elena Salgado.
Un escueto comunicado conjunto de once líneas explicaba que los interlocutores «han abordado la reforma de las pensiones, el desarrollo de la reforma laboral, las políticas activas de empleo y la reforma de la negociación colectiva» y que los agentes sociales y el Gobierno «han expresado su intención de dar continuidad e intensificar las conversaciones incorporando a todas las fuerzas políticas del arco parlamentario para hacerlas copartícipes del proceso».
Es decir, que el Gobierno se está ajustando al guión escrito por los sindicatos, tanto en el fondo como en la forma, en las negociaciones. Así, el objeto de las reuniones, que originalmente era la reforma de las pensiones, se ha ampliado, como querían CC.OO. y UGT, a otras cuestiones que interesan a los sindicatos, como la reforma laboral, la negociación colectiva y las políticas activas de empleo.
«Intercambio de cromos»
Esta estrategia favorece a ambas partes, pues facilita el «intercambio de cromos». Hay que recordar que, casualmente, el Gobierno ha propuesto ahora endurecer las condiciones para aplicar los despidos objetivos con 20 días de indemnización. Tanto Rubalcaba como el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, negaron ayer que esa propuesta fuera un «guiño» hacia los sindicatos para que acepten ampliar la edad legal de jubilación a los 67 años. El vicepresidente primero explicó que este cambio «no supone modificar el espíritu de la reforma laboral».
Además, el Ejecutivo ha lanzado la pelota al tejado del resto de partidos pidiéndoles su implicación en las reformas. O lo que es lo mismo, el Gobierno quiere recuperar el fracasado «pacto de Zurbano» y hacerse la foto que nunca pudo realizarse de aquel acuerdo. Fue en marzo del año pasado cuando el Ejecutivo elaboró 55 medidas contra la crisis que posteriormente dejó en 24 para contentar a unos y otros. Sin embargo, no hubo ni acuerdo ni foto.
El PP no es partidario de un «gran acuerdo» sobre todos los temas que están ahora sobre la mesa, sino que sea el Gobierno el que lleve a cabo las reformas anunciadas. No obstante, acudirá a las reuniones cuando les llamen.







