Violeta de Chamorro fue la primera presidenta de la historia de Nicaragua, aunque una mujer nunca ostentó tanto poder como el que ahora acumula la extravagante primera dama, la poetisa Rosario Murillo, quien da la impresión de tener más control sobre los asuntos del gobierno que el propio presidente de la república, Daniel Ortega. Murillo, educada en universidades extranjeras, luce una extravagante vestimenta y su residencia, convertida en el despacho presidencial, está decorada con vistosos colores y símbolos esotéricos. Cuando Ortega proclamó que en su administración las mujeres tendrían el 50 por 100 de cuota de poder, Rosario comenzó a encumbrarse. Organizaciones que defienden los derechos de las mujeres sostienen que ese poder que el presidente cedió es el pago que recibe la primera dama por haberse puesto del lado de su marido cuando su hija Zoilamérica Narváez denunció que su padrastro (Ortega) la había violado en reiteradas ocasiones. Mauricio Díaz, diputado nicaragüense, dice a ABC que «sin duda Rosario es una mujer ambiciosa con más capacidad que el propio Ortega y con mucha habilidad para manipular la situación de pobreza que se vive en el país». Hoy, ella continúa en su frenética carrera de allanar el camino de la reelección presidencial de su marido, que muchos dan como un hecho gracias a los fabulosos recursos económicos que el presidente venezolano Hugo Chávez está proporcionando para sostener en el poder a la pareja presidencial nicaragüense.