La calle de Serrano ha vuelto a la «normalidad». Lo que venían temiendo muchos comerciantes desde que terminaron las obras de este vial del distrito de Salamanca ya se ha convertido en una realidad: los aluniceros atacan de nuevo. En esta ocasión le ha tocado a una joven joyería situada en el número 54, Frey Wille, propiedad de una empresa austríaca. Según su responsable, Ana Varo, el valor del botín asciende, aproximadamente, a 50.000 euros, sin contar los gastos por los desperfectos. Los ladrones huyeron con un coche al que colocaron una luz intermitente, haciéndose pasar por policías, para que les abrieran paso por Serrano los otros coches.
Además, durante el pasado fin de semana, otros dos establecimientos fueron asaltados, aunque por otro método, el del butrón. En uno de ellos, en la calle de Alcalá, 211, los ladrones lograron un botín de 30.000 euros en relojes y anillos. En el otro caso, en Fuenlabrada, el asalto quedó frustrado.
El domingo, como es habitual, el comercio de la llamada «Milla de Oro» madrileña y que apenas lleva abierto 13 meses cerraba al público. A las diez de la noche, un BMW oscuro se colocaba ante el escaparate de la joyería, que se encuentra en una ubicación «apetitosa» para este tipo de delincuentes: carece de bolardos, los árboles no bloquean el paso para un turismo, el establecimiento no tiene sistema de videovigilancia y, para colmo, la cristalera de su escaparate prácticamente queda a nivel de la acera.
El puñado de viajeros de un autobús, que estaba parado en un semáforo en rojo, vio con sus propios ojos lo que estaba a punto de ocurrir. El vehículo se colocó de espaldas a la fachada. Rugió el motor. El coche se empotró contra la cristalera. La zona más baja quedó descolocada y se metió en la tienda. La superior se destrozó. Por la abertura, tres hombres, encapuchados y con guantes, para no dejar huellas dactilares, penetraron en la joyería y arramplaron con todo el oro amarillo de los estantes. Rompieron numerosas vitrinas y dejaron casi todo el oro blanco, explicó Varo, quien destacó la rapidez con la que acudió la Policía. En efecto, saltó la alarma y a los cuatro minutos estaba allí la primera patrulla. Pero los cacos fueron muy rápidos. Tardaron entre dos y tres minutos en llevarse aproximadamente 120 piezas de oro chapado. Abandonaron el coche utilizado como ariete allí mismo, con las luces y el contacto encendidos. Al menos, un cuarto delincuente les esperaba en otro coche, en el que huyeron a toda prisa, con un falso indicativo luminoso policial activado.
«Estamos desprotegidos»
Ana Varo confiesa que sabían «que algo así podría ocurrir». «Antes de las obras teníamos un quiosco de venta de tabaco justo delante, que nos guarecía, pero lo quitaron —explica—. Ahora, estamos desprotegidos, nos sentimos impotentes, porque no podemos hacer nada». Sabe que es muy difícil que los ladrones puedan dar salida al botín, al tratarse de oro chapado, que no puede fundirse. Tampoco les consuela que se recuperen las joyas, «porque son muy delicadas y seguro que estarán rotas». Lo peor, quizá, sea el tiempo cerrados al público. La intención es volver a abrir hoy, «aunque a duras penas», pues no tienen aún las vitrinas. Lo que sí se plantean es reforzar las medidas de seguridad y pedir al Ayuntamiento que puedan colocar bolardos delante de la tienda, para que situaciones como ésta no vuelvan a repetirse.
El 5 de enero, tres hombres, a cara descubierta, se llevaban 3.000 euros en joyas de la conocida joyería Suárez, en Serrano, 64. No fue un alunizaje, sino una banda que, haciéndose pasar por clientes, amenazó al personal del comercio con una pistola falsa. Se apoderaron de un pendiente y de un anillo y el robo sólo duró un minuto, pues el sofisticado sistema de seguridad evitó males mayores.
El Gremio de Joyeros condenó estos hechos. En su página web, estos profesionales han colgado un vídeo bastante explicativo sobre lo que ellos piensan que es la base para atajar esta delincuencia: «¡Que viva España! ¡Que podemos robar cuando queramos, y nadie nos mete en la cárcel!», se jacta un delincuente.
