Economía

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Cinco horas con Merkel

La canciller despachó pronto su tarea: fue firme con Zapatero en la reunión, le elogió en público y se llevó jamón como regalo

Día 04/02/2011
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Como todos los cancilleres alemanes que pasan por España, Ángela Merkel se llevó de regalo jamón ibérico y vino español para casa. No un jamón entero como los que Felipe González suministraba a Helmuth Kohl, sino cortadito y envasado, que es más cómodo y más acorde con la crisis. Merkel agradeció a Zapatero el detalle, pero, más aún, que se haya aplicado a hacer los deberes. Lo dijo ante los periodistas con la misma claridad que, al parecer, habló dentro de la reunión con el presidente del Gobierno.

Buen ambiente y cordialidad, sí, pero sin paños calientes. Más dura que blanda, Merkel le vino a decir a Zapatero que ni se le ocurra salirse del camino por el que ha comenzado a andar y que quedan cosas por hacer. Luego, ante los periodistas, le echó algunos piropos, le dijo «auf wiedersehen», o sea «adiós», y se volvió para casa, convencida de que su interlocutor ya sabe que si se desvía tiene menos porvenir que los canteranos del Real Madrid con Mourinho.

Al menos externamente, Zapatero recibió ayer más elogios que reprimendas, porque también Nicolas Sarkozy le mandó una carta en la que le felicita por sus «valientes decisiones». El revitalizado eje franco-alemán se congratula de que el alumno díscolo se aplique, aunque sea a base de coscorrones.

De aquel fin de semana de octubre, con tranquilo paseo incluido de Merkel y Sarkozy junto a la playa de Deauville, pasamos al aquí te pillo aquí te mato de La Moncloa. Cinco horas con Merkel, que diría Delibes. Cinco escasas horas que reflejan una relación Berlín-París muy distinta de la Berlín-Madrid y, sobre todo, quién pone los deberes y a quién se los ponen.

Y todo en medio de un gran interés periodístico: 500 acreditados y, por primera vez, «numerus clausus» para acceder a la sala de la rueda de prensa. Con tanta gente, aquello podría parecer una oficina de empleo, si no fuera porque los parados en lugar de ir a Moncloa a pedir trabajo a Merkel, van a las academias de idiomas a aprender alemán para ver si les contratan los empresarios germanos.

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