Español
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Real Madrid
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Va uno a Cornellá con unas sensaciones: Gijón, un jirón azulgrana dejado en El Molinón, necesidad y esperanza de los blancos y, de repente, en un minuto toda la cabeza da vueltas y se torna en todo lo contrario. O no. Salió Casillas para enmendar un agujero en el centro de la defensa, rozó a Callejón y este puso su granito de arena para los Goya. Le tocó pero el españolista rodó desde Cornellá a Montjuic. Mateu Lahoz, el árbitro de moda, un colegiado mucho peor de lo que dice la gente (mejor dicho, menos bueno), pitó falta y expulsó a Casillas.[Narración y estadística]
El Madrid se quedó con diez y toda la luz que había visto al principio del partido se tornó oscuridad. O no. Parecía que el Español, con once y ese juego de pase de calidad que tiene, cogería el encuentro por los cuernos y lo llevaría a su terreno. O no.
Cuando menos se esperaba, el que cogió el partido con los cuernos fue el Madrid en una labor llena de mérito y valor. Con una electricidad permanente, con mucho dinamismo, con un desgaste físico tremendo, presionó, robó el balón, se hizo con él y lo manejó con velocidad y peligro. Toda la primera parte fue blanca, que le robó la parcela ancha al Español y le puso contra las cuerdas. No le cedió ni un metro, ni un pedazo de balón y ni siquiera la opción de ataque.
El dinamismo blanco era para ver y no creer a menos que metieras el dedo en el costado. Cuando marcó Marcelo en una jugada en la que el brasileño se metió en las mismas barbas de Kameni, el equipo de Mourinho ya había tenido un buen número de ocasiones que le hacía merecedor de un justo triunfo.
Cristiano tuvo mucho que ver. Cada vez que agarraba un balón las huestes españolistas clamaban pavor y huían horrorizadas. El luso arrasó con toda la defensa españolista, que pagó mucho la novatada. Si el Madrid no resolvió el partido fue algunos pelos: los de Kameni, que paró mucho, o los de Adebayor, que mandó una vaselina a cámara lenta al larguero.
Buena defensa blanca
¿Qué hacía el Español? Buscar a sus centrocampistas para enlazar con su gente de talento: Callejón, Luis García, Verdú, pero tenía venda en los ojos: la defensa estaba atenazada por los blancos y mal sacaban el balón, los centrocampistas se atascaban en los pies de Xabi Alonso y Khedira, incansables, y cuando el balón llegaba arriba por ahí andaban Pepe y Carvalho, que siempre ponen mil cerrojos en su blindada puerta. Así que el Español desapareció casi por completo, agobiado por la euforia de un Madrid heroico, enfebrecido por la posibilidad de abrir la puerta a la Liga, aunque solo fuera una rendija de cinco puntos.
Pochettino intentó dinamitar el partido metiendo a Verdú en la izquierda y colocando a Callejón entre líneas para que sorprendiera con su velocidad. No bastó, entre otras cosas para que eso funcionara el Español tenía que disponer del balón y ese fue del Madrid, que le enseñó el esférico al principio del partido y le dijo: «lo ves, pues míralo bien porque ya no lo vas a volver a ver». Entre Marcelo y Cristiano montaron un tinglado en el costado izquierdo que amargó la noche a los periquitos.
A la media hora del partido, con los puntos aún en juego, el Madrid empezó a acusar el desgaste. Dio un paso atrás y el Español un paso adelante. Así que el encuentro ya fue de toma y daca, expuestos los de Pochettino a que Cristiano agarrase un balón se llevase a todos los defensas colgados de la chepa y decantase el partido.
Pero mientras el Español se echó encima favorecido por los problemas que ya tenía el Madrid para sacar el balón. Aun así fue el Real el que pudo sentenciar pero Adebayor estuvo mal y Kameni muy bien.
