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La ministra de la talla 34

Juanjo Oliva y Michel Meyer nos cuentan los secretos de Elena Salgado (Economía) a la hora de idear su imagen

Día 19/02/2011

Agarrada a las cinturas de Álex de la Iglesia y Miguel Sebastián. Así es como posó la ministra de Economía, Elena Salgado, en la alfombra roja de la pasada ceremonia de entrega de los Goya. En la misma imagen, dos colegas del Gobierno, la ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, con un modelo de Jesús del Pozo y joyas de Laura Ponte; y la de Sanidad, Leire Pajín, con un diseño negro de Hanníbal Laguna. Pero de entre los miembros del Gobierno, destacó Salgado. Y es que su estampa fue tan aplaudida como criticada la de Pajín, que llegó echa un cuadro, y eso que iba con lazos.

Elena Salgado ganó en los comentarios gracias al vestido azulón que firmó el diseñador Juanjo Oliva, con quien mantiene una relación profesional desde hace ocho años. «Cuando empezó a venir a mi taller, era la directora de la Fundación Teatro Lírico y, desde entonces, siempre hemos tenido una relación de clienta-diseñador muy agradable. Es una clienta normal, cuya trayectoria ha ido a más. Me gustaría seguir vistiéndola como hasta ahora, porque refleja perfectamente el espíritu de esta casa», comenta Oliva.

Una relación de confianza

En estos años, Oliva y Salgado han sabido acertar en sus decisiones, de ahí que la ministra suela confiar en él cada vez que tiene que acudir a actos de gala o, incluso, para su ropa de día. «Básicamente suelo hacer lo que me encarga, dos o tres conjuntos por temporada. Sabe muy bien lo que necesita, pues se conoce mejor que nadie. Le gustan las líneas sencillas, con un buen corte y un buen tejido. En los últimos tiempos me ha ido pidiendo más colores en su ropa, tonos más fuertes, ya que al principio optaba por los neutros», cuenta. «Tiene la suerte de estar en la talla 34, todo le va bien. Las faldas, los pantalones… El largo suele llevarlo a la rodilla. Es muy de chaquetas y las complementa con zapatos de salón de medio tacón. Los vestidos de fiesta los deja para las grandes ocasiones», añade.

Muy reacia a que se conozca algo de su vida privada, Oliva comenta que le gusta estar arreglada pero cómoda. Como muestra, el vestido de los Goya. La primera idea era que llevara cola, aunque finalmente se descartó. Y acertó. «Con lo que llovió esa noche, se hubiera puesto perdida», comenta el diseñador.

Deportista consumada, en los últimos tiempos compagina el senderismo con las clases de yoga, en la modalidad de Bikram Choudhury, que se realiza en estancias donde la temperatura alcanza los 42 grados. Es una técnica sólo apta para los muy experimentados. Lo cierto es que, a sus 61 años, la ministra se puede permitir llevar prendas imposibles para otras mujeres de su quinta. «Gracias al deporte que ha practicado toda su vida puede lucir los brazos perfectamente, por eso no se puso el abrigo que le hice para otra ceremonia y que le hubiera servido también para este vestido. Fue a cuerpo porque se sentía segura», explica.

Prendas prestadas

Otra de las cosas buenas que tiene estar tan delgada es que puede llevar, en algunas ocasiones, los modelos que Juanjo Oliva utiliza para la promoción en prensa. «Yo no puedo ir regalando trajes por mucha publicidad que me hagan. Vivo de mi trabajo y, además, estoy en contra de que otros lo hagan. Otra cosa es que cedas los modelos que realizo para showroom y que, una vez lucidos, me devuelven al taller para que pueda prestarlos a producciones de moda u otros estilismos», relata. El modelo azul de los Goya fue comprado y pagado por la ministra, aunque en alguna otra ocasión sí ha llevado prendas prestadas. Hay que aclarar que un vestido de fiesta de Juanjo Oliva cuesta entre 2.000 y 3.000 euros, mientras que su línea prêt-à-porteres más accesible. Un abrigo puede salir por 400 euros y un vestido o un pantalón, por 200.

Para Oliva, estos ocho años vistiendo a la ministra han sido muy positivos. «Ella saca lo mejor de mí», asegura. Además, lo bueno de estar tan ocupada es que no tiene tiempo que perder. «Suele venir sola, respeta mis opiniones y no da muchas vueltas a una idea. Es directa y seria». A la hora de completar su estilismo, recurre a sus propias joyas, como los pendientes que llevó en los Goya.

Soltera, sin pareja conocida ni ganas de dar pistas, sus cuidados físicos los completa en la peluquería de Michel Meyer. «Es una mujer muy discreta y muy agradable con el personal. Cuando tiene tiempo, resulta muy divertida», comenta Meyer. «Debido a lo ocupada que está, a veces se peina donde puede, pero yo soy el único que le corta el pelo», aclara. «Cuando viene a mi salón dice que es como ir a Lourdes. A pesar de que puede resultar tímida, tiene un fino sentido del humor», puntualiza. Con Michel Meyer, también lleva años de relación profesional, de ahí que su presencia en el salón de peluquería sea habitual, cuando su agenda se lo permite. «Si tiene algún acto importante, también la maquillamos», apunta Meyer.

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