Es un caso bastante singular. Lo que los cursis suelen llamar una artista de culto. Lo que en cristiano viene a significar que nunca ha disfrutado de un éxito masivo y que su música ha sido casi siempre destinada y dirigida a la inmensa minoría, que diría Juan Ramón Jiménez. Pero ello no impide que las canciones de Joan Armatrading sean puro gozo para los sentidos.
Nació en 1950 en pleno Caribe, en la isla de Saint Kitts, que Colón descubriera en su segundo viaje a América, isla a la que llamó de San Cristóbal, dentro de las llamadas Islas de Barlovento. Un pequeño país (el más diminuto del continente) perteneciente a la órbita británica.
Su familia emigró a la metrópoli en 1958. Siendo aún una jovencita se incorporó a la producción del musical hippie Hair, y en 1972 grababa su primer álbum, Whatever for us. Desde entonces, su carrera casi siempre se ha mantenido al margen de las modas, y casi siempre lejos de las listas de éxito. Sin embargo es de esas voces y personalidades que tienen el extraño don de asumir e integrar en su cancionero y en la forma de interpretarlo influencias de un buen puñado de géneros: pop, folk, blues, soul y hasta reggae. Curiosamente, es la primera mujer de origen británico que ha conseguido aupar una de sus canciones a la lista Billboard en su modalidad de blues, y también ha sido candidata al grammy en esta categoría. Pero esos son algunos puntos y aparte en una trayectoria fantástica, personalísima, difícilmente comparable con otras artistas de su generación, aunque algo de la Armatrading sí haya en cantantes y compositoras como Tracy Chapman, y hasta me atrevería a sugerir que también en Amy Winehouse.
Sus últimos álbumes, Into the blues (profundización en la música que tiene su origen en el Delta del Mississippi) y This charming life (su grabación más decididamente rockera) son sencillamente un par de obras maestras que vienen a subrayar una carrera sorprendente en la que incluso no ha faltado una fructífera colaboración con uno de los productores más poderosos de las últimas décadas, Steve Lillywhite. Déjense seducir por Joan Armatrading, una artista a la que cualquier clasificación se le queda pequeña. Joan Armatrading, sencillamente, sin fronteras.