La decisión de rebajar los límites de velocidad en autovía y autopista ha generado un encendido debate sobre la conveniencia y la utilidad de la medida, fuertemente criticada. Sin embargo, hay tres alicantinos que se muestran encantados con la repercusión de la última ocurrencia del Gobierno. Daniel Gadea, Antonio Gandía y David Gámez fundaron en 2009 la empresa «EcoCD», especializada precisamente en el tipo de producto que buscaba el Ejecutivo.
Los tres jóvenes (todos de 32 años de edad) fundaron su empresa en 2009, como alternativa para abandonar las listas del paro. Antes habían trabajado en el sector de la construcción, uno de los primeros y más castigados por la crisis. Y su carácter emprendedor les llevó a apostar por un tipo de negocio que poco o nada tenía que ver con su experiencia: la fabricación de pegatinas para modificar la señalización vertical en las carreteras —inicialmente pensada para alteraciones provisionales de las normas de circulación o de las indicaciones, como las motivadas por una obra—.
A eso se han dedicado en la última semana con jornadas maratonianas de trabajo. «No parábamos ni por las noches», explica Gámez —dieron por terminada la producción el jueves—, «estamos rendidos». Al margen de los tres fundadores, en «EcoCd» trabajan otras cinco personas contratadas. En total, ocho operarios para fabricar, empaquetar y servir un millar de pegatinas. La mitad, adhesivos convencionales —más baratos—, y la otra mitad, el producto estrella de la firma: la Señalización Puntual Imantada (SPI).
Se trata de láminas imantadas que se acoplan perfectamente a la señal de tráfico original —habitualmente fabricada en acero— y que pueden retirarse sin mayor complicación una vez han cumplido su función. El material es altamente resistente y muy flexible, y permite ahorrar costes y horas de trabajo en su colocación: una sola persona puede adherir la lámina a la señal en tan solo diez segundos.
A 50 euros la lámina
Las láminas del SPI ofrecen además las características homologadas para las señales de tráfico convencionales, como la reflectancia. No deterioran el soporte, y según sus creadores «soportan vientos laterales de hasta 160 kilómetros por hora, y temperaturas de entre 40 grados bajo cero y 100 grados». Además, se pueden colocar sobre superficies sucias o mojadas, sin que disminuya la adherencia.
Desde que el Consejo de Ministros aprobó la modificación de los límites de velocidad, el pasado 25 de febrero, esta pequeña firma instalada en el polígono industrial Príncipe Felipe, a las afueras de la capital alicantina, no ha parado de recibir pedidos. Muchos centros de conservación de carreteras ya conocían su producto —al haber recurrido a «EcoCD» para las obras de mantenimiento en carreteras y autovías—, pero la reducción de los límites de velocidad ha multiplicado exponencialmente los pedidos.
Así, el jueves, los empleados se afanaban en empaquetar los últimos palés de discos de 120 centímetros de diámetro con el «110» en negro sobre fondo blanco, que a partir de esta noche se colocarán en un millar de señales de toda España. «EcoCd» ha recibido encargos de prácticamente todas las comunidades autónomas, principalmente de la Comunidad Valenciana, Cataluña y Andalucía, cuyos centros de conservación de carreteras conocían ya su trabajo. Cada lámina imantada con un nivel de reflectancia 3 sale por unos 50 euros —aunque el precio se reduce con el diámetro y la reflactancia, y las más baratas cuestan unos 35 euros, según Gámez—.
Con todo, los fundadores de la empresa explican que el margen de beneficio de las láminas imantadas es solo del 10%, y los pedidos decaerán a partir de la próxima semana, con lo que el aluvión de trabajo motivado por la reducción de los límites de velocidad se considera un «extra» para la pequeña firma. A partir de mañana, la previsión de Gámez, Gandía y Gadea es volver a producir unas 150 unidades por pedido para la señalización provisional en obras.
La decisión del Gobierno, además, ha convertido a los propietarios de «EcoCD» en verdaderas estrellas mediáticas, un papel en el que Gámez admite que no se sienten demasiado a gusto. Con todo, da por bueno que la última ocurrencia del Ejecutivo les haya brindado una inmejorable ocasión de dar a conocer su producto.







