Atlético
1
Real Madrid
2
Llega uno al Calderón y al minuto diez piensa que esta película ya la ha visto. Lo malo es que lo piensa uno, lo piensan los once de rayas y lo piensa toda la grada del estadio más los telespectadores. En suma: una película repetida. Al Atlético el Madrid le había hecho un roto y, lo peor, es que le podía haber hecho cinco rotos porque en poco tiempo el equipo de Mourinho había entrado cual cuchillo en mantequilla. [Narración y estadísticas]
El Atlético tiene problemas importantes, y algunos son de gravedad. Es verdad que arriba tiene mucha dinamita. pero la parte de atrás le moja la mecha. No es un problema de la zaga en sí, que individualmente es más o menos solvente, sino del sistema defensivo en conjunto. Su gente no se junta, no tapa los huecos y no se mueve en la presión de forma coordinada.
El Real Madrid tiene mecanismos ofensivos ya muy ajustados, y posee mucho más talento en casi todas las líneas. Es una comparación similar a la de Robert de Niro y Tom Cruise. Este último es muy trabajador, se curra los papeles a conciencia y con muchas horas de estudio. Empero, ese mismo papel lo haría Robert de Niro en segundos y con más solvencia y brillantez. Es simplemente una cuestión de talento generalizado. Lo de Cruise y el Atlético es muy meritorio. pero insuficiente en muchas ocasiones, sobre todo si enfrente está el Madrid, que tiene un mazo en las manos y en los pies.
Después de cinco ocasiones, llegó Benzema y se la clavó a De Gea, como antes podía haberlo hecho Cristiano, Khedira, Lass o el mismo Benzema. Fue entonces cuando el Atlético puso todo en la brasa, con ganas, con ímpetu y mucha valentía porque se jugó una contra letal del Madrid que le pusiera patas arriba definitivamente. Las tuvo el equipo colchonero pero tropezó con el de siempre: Casillas, que para eso es el mejor portero del mundo. En la grada los aficionados rojiblancos movían la cabeza porque se olían la tostada. Cuatro llegadas, cuatro perdones. Otra película muy vista: tanto perdón acaba con el inocente en la guillotina. La historia de toda la vida.
Y pasó: un penalti no pitado a Cristiano dio lugar a la continuidad de la jugada con gran internada de Marcelo y remate de Ozil que, otra fatalidad para el Atlético, pilló tapado a De Gea, que se comió el disparo.
La barrera blanca
Ya no hubo tanta llegada atlética, ni tantas ocasiones, ni tanto acoso. Un mazazo en toda la sien que le dejó medio atolondrado, sin mayor capacidad para superar a los dragaminas que Mourinho había puesto en el medio campo, entregado en cuerpo y alma a este trivote que tanto le gusta y el Bernabéu le impide poner porque hay conservadurismos que el madridismo no tolera.
Mucho mérito tuvo el Atlético en la continuación. Con dos abajo y se fue arriba con todo, siguió empujando y empujando, pleno de fe. Tropezaba una y otra vez con Casillas y al final la portería se hacía pequeña, diminuta, inexistente.
El Madrid llegaba con dos toques y creaba peligro a pesar de que Cristiano estaba para poco, un tanto diluido en sus propias limitaciones. Aun así, fue el equipo blanco el que tuvo más oportunidades porque encontraba huecos y ocasiones. Si Casillas paraba cinco, De Gea paraba cuatro, y luego cinco y cada vez más.
El Atlético, cansado de tropezar con el muro de Iker, se fue viniendo abajo. Menos presión, menos oportunidades y menos desborde porque la presión mental cada vez era mayor y el conjunto de Quique Sánchez Flores no se veía con posibilidades de remontar aquello. Tuvo esperanza a falta de cinco minutos cuando el mejor Kun de hace mucho tiempo consiguió batir por fin a Casillas. El último tramo fue de continuo dominio atlético, pero se quedó sin tiempo y el Madrid ya supo aguantar la presión.








