Singapur es la ciudad de moda en Asia. Esta pequeña república independiente es, además, el cuarto centro financiero del mundo. Su importancia económica se exhibe ante el viajero cuando este contempla desde el avión el impresionante skylineque conforman los gigantescos rascacielos que exhiben la potencia económica del «tigre asiático». Entre todas esas torres sobresalen tres de espectacular diseño, unidas en su parte superior por una inmensa pasarela. Albergan el mayor hotel de Singapur y uno de los más grandes del mundo, el Marina Bay Sands, con 2.561 habitaciones de lujo. En la pasarela que las une, conocida como el Sands SkyPark, restaurantes, jardines y una piscina de 150 metros con magníficas vistas panorámicas.
Si el descomunal halldel hotel ya nos impresiona, no se quedan atrás el resto: un centro de convenciones que puede acoger hasta 45.000 personas, un inmenso espacio para tiendas donde se encuentran todas las marcas de lujo, un teatro, varias discotecas, un museo y un gran casino. Y en lo gastronómico, una amplísima oferta que va desde sencillos espacios para una comida ligera hasta seis restaurantes que llevan la firma de otros tantos destacados chefs internacionales que ponen su nombre y sus platos más representativos a establecimientos que enriquecen la oferta de una ciudad donde el dinero corre con alegría y que se caracteriza por ser el punto de encuentro de todas las cocinas, especialmente las orientales. Uno de ellos era Santi Santamaría, que precisamente murió el mes pasado allí mismo, en la cocina de Santi, su gran proyecto en Singapur.
Grandes de los fogones
En el Marina Bay Sands lo mismo se puede disfrutar de la copa de gamba Botan Ebi marinada con erizo de mar y caviar oscietra, uno de los platos emblemáticos de Tetsuya Wakuda (el japonés que triunfa en Sidney con su cocina de fusión asiática), que de una académica sopa de alcachofas con trufa negra del triestrellado parisino Guy Savoy. Lo mismo con una pizza del mediático italo-americano Mario Batali que con la célebre hamburguesa de Daniel Boulud, dos de los chefs más cotizados en Nueva York. O con las carnes que ofrece Wolfgang Puck, propietario de los Spago de California y Las Vegas. Desde genuino kobe japonés hasta el angusnegro estadounidense. El más espectacular por sus vistas, que no por su cocina, la más flojita, es el restaurante Sky on 57, que dirige un cocinero local, Justin Quek, en la última planta de las torres.
Pero la gastronomía de Singapur no se limita a este gigantesco hotel. Ejemplo de fusión culinaria, en las calles de la ciudad se encuentran magníficos restaurantes que representan todo tipo de cocinas asiáticas. Predominan los chinos, aunque indios y malayos están bien representados. Un paseo por Chinatown, el mayor barrio de la ciudad, nos acerca a la más auténtica cocina china. Abundan los puestos callejeros, muchos de ellos agrupados en recintos cerrados como el mercado Hom Lim, con una oferta muy variada. Cocina de chinos y para chinos. Apenas se ven occidentales en las mesas y sí muchos orientales que comen con fruición sopas, dim-sum o noodles. Probamos en uno de ellos una reconstituyente sopa con wanton y unos noodles con gambas francamente ricos, reforzados con una salsa bien picante. Y si el paseo es por Little India, todos los curriesimaginables.
No todo es cocina callejera. Hay en la ciudad restaurantes de mucho nivel, especialmente chinos, montados con elegancia, muy bien atendidos y con una cocina excepcional.
Nuestro favorito es One on the Bund, en el hall del hotel Fullerton Bay. Si les gusta el picante, este es su lugar, aunque hay platos para todos, incluidos unos delicados dim-sum. Excelentes callos al estilo Sechuán, bien picantes, literalmente bañados en chiles rojos frescos, con setas negras y noodles transparentes. De lujo su caldo mezclado con el arroz. En la misma línea, los tendones fritos con cebolla y romero, o la rana al wokcon chiles rojos y verdes. O el loto fresco al wok, con una peculiar y agradable textura. Especialidad de la casa es el pato al estilo pequinés que hay que pedir en cuanto uno se sienta a la mesa, porque se hacen al momento. Autenticidad y sabor en este rincón de Asia.









