Por si alguien estaba despistado, Pep Guardiola alza la voz, incómodo con una cita europea por la que el entorno no parece vibrar demasiado. Se da por sencillo el pulso contra el Shakhtar Donetsk, pero resulta que, a tenor de lo que explica el sanedrín, el conjunto ucraniano da miedo porque es una potencia, reflexión impulsada por el gurú Johan Cruyff. Mientras Barcelona recibe irónicamente a Chygrynskiy con un Balón de Oro de chocolate y una placa por su cuestionable pasado azulgrana, el técnico catalán toma la palabra y se pone más serio que nunca porque tiene malas vibraciones. «Por primera vez, no me gusta nada lo que veo. Veo que estamos más fuera que dentro en esta eliminatoria». Alarma en el Camp Nou. [En directo: Barcelona-Shakhtar, 20.45]
En la cuna minera de Ucrania, grisáceo el paisaje de la gélida ciudad de Donetsk, Brasil tiene montada una sucursal, alegre el vestuario del Shakhtar porque suena samba para combatir la nostalgia. Se pregunta la gente cómo ha llegado hasta aquí el grupo de Mircea Lucescu, ilustre de los banquillos a sus 65 años, y todos los expertos coinciden en la misma explicación: el Shakhtar Donetsk es un señor equipo, serio y comprometido atrás con defensores del Este, alegre y dinámico cuando atraviesa la medular. No es de extrañar ya que hay ocho jugadores de la plantilla con orígenes brasileños y todos son centrocampistas o delanteros. «Ya nos gustaría tener a cualquiera de esos brasileños», reconoce Guardiola. «Creedme cuando os digo que es un equipazo, un súper equipo. Son agresivos, pencan como animales, tienen a un lateral derecho que es de los mejores de Europa, un entrenador buenísimo...». Avisados están.
El Barcelona, eufórico porque en la Liga vislumbra la meta a la vuelta de la esquina, recela de lo que tiene enfrente hoy, aparentemente anónimo el rival porque ninguno de sus jugadores está en las listas de los mejores peloteros del mundo. Sin embargo, nadie desentona porque todos tienen su cometido, firmes con los gritos de un técnico que lleva desde 2004 por esas tierras. Lucescu es la primera piedra del proyecto de Rinat Akhmetov, el empresario más rico de Ucrania, empeñado en hacer del Shakhtar un equipo respetado en Europa. Ganó la Copa de la UEFA en 2009 y ahora camina feliz por la Champions, histórica su presencia en esta ronda porque nunca antes había pasado la fase de grupos. En la presente edición, lleva siete victorias en ocho partidos (únicamente perdió con el Arsenal) y su estadio es letal.
Buena parte del éxito está en la colonia de brasileños, una tendencia que arrancó en 2005 con la llegada de Jadson, Elano y Matuzalem. Son tan importantes que Lucescu, que domina siete idiomas, da primero la charla en portugués y luego se dirige al resto. Hay seis brasileños de pata negra (Jadson, Fernandinho, Alex Teixeira, Douglas Costa, Luiz Adriano y William) y dos de origen, pero con otros pasaportes (Eduardo, nacionalizado croata, y Marcelo Moreno, boliviano con padre carioca). Son la alegría del Shakhtar, los encargados de las celebraciones y los festejos: 14 de los 18 tantos son suyos. «Somos el equipo que más ha mejorado estos años», dice Lucescu, pendiente de la evolución del tobillo de Chygrynskiy. En el Barça, vuelven Maxwell y Pedro y Messi sigue con molestias.







