Los peores augurios se están cumpliendo. Muchos de los indicadores de la economía española —el PIB, el déficit, e incluso el paro— han tocado fondo o están a punto de hacerlo. El problema es que a diferencia de otras economías europeas, como la alemana, la francesa, o incluso el conjunto de la zona euro, que cayeron con fuerza en la fase más aguda de la crisis, 2009, pero que luego rebotaron, España sigue estancada.
Los indicadores de este primer trimestre, salvo algunas excepciones, como los datos del turismo o las exportaciones, son buena muestra del coma económico en el que se ha instalado nuestro país.
Los diversos índices de consumo, tanto los que miden la confianza de los ciudadanos, como las ventas de los comercios, o las matriculaciones de los turismos, continúan en números rojos. Y es que el poder de compra de las familias está cada vez más deteriorado.
Los diversos índices de consumo continúan en números rojos
Y precisamente para controlar esa inflación, que en España es casi un punto superior a la media europea, el Banco Central Europeo (BCE) ha aplicado una subida de tipos de interés que supone un nuevo freno para la recuperación de nuestra economía. De hecho, los endeudados ciudadanos españoles han empezado a notar sus consecuencias. El Euribor, el índice al que se referencian la mayor parte de las hipotecas de nuestro país ha subido casi un punto en el último año, lo que supone un alza de uno 750 euros al año para una hipoteca media de 150.000 euros. Más dinero para la hipoteca, menos para el consumo, argumentan los economistas.
Crédito estrangulado
El problema, además, no es que se encarezca el crédito, sino que sigue estrangulado, sobre todo para las pymes, y sin crédito no hay inversión ni negocio.
Y las Administraciones Públicas, con el agua al cuello por la necesidad de reducir su déficit, tampoco pueden tirar de la economía con inversiones. Los números rojos del conjunto del Estado español superaron el 11% del PIB en 2009, y aunque el año pasado España consiguió su objetivo de reducción del déficit, éste se colocó en el 9,2% del PIB, todavía es el tercero más alto de la eurozona.
Los esfuerzos de consolidación fiscal deben ser este 2011 incluso superiores a los del año pasado, ya que España debe reducir su déficit en más de tres puntos del PIB, unos 35.000 millones de euros. Pese a que algunos economistas consideran inevitable una nueva subida de impuestos para volver a la senda de estabilidad, desde el Ministerio de Hacienda se insiste en que los impuestos que había que subir ya se han subido y que ahora solo se actuará por el lado de los gastos.
Más ajustes incluso tendrán que realizar las comunidades autónomas, cuyos consejeros de Economía se reúnen hoy con la ministra Salgado en el seno del Consejo de Política Fiscal y Financiera para aprobar el escenario de consolidación del próximo trienio. En la reunión se analizarán, además, los planes aprobados por las comunidades para conseguir reducir su abultado déficit.
Y mientras, la tregua que los inversores habían dado a la deuda española llegó a su fin. Ayer el Tesoro tuvo que pagar en el entorno del 50% más que en la anterior subasta para colocar 2.000 millones de euros en títulos de deuda a corto plazo. En concreto, el Tesoro emitió 1.163 millones en letras a 3 meses de los 5.146 millones solicitados, a un tipo del 1,440% frente al 0,929% de la subasta anterior, un 55% más. En letras a 6 meses, ha colocado 805 millones de los 5.725 solicitados en los mercados, aunque el tipo de interés marginal ha pasado del 1,378% al 1,900%, un 38% más.
En este entorno, el principal problema de la economía española siguen siendo los casi cinco millones de parados. El viernes se conocerán los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), pero todo apunta un pésimo comportamiento del empleo, como avanzó ayer ABC.
Y en medio de estos nefastos indicadores, la esperanza de la recuperación la ponen los economistas en el sector exterior. El avance de las grandes economías europeas, así como de las emergentes, pueden tirar de las exportaciones españolas. Del mismo modo, el tirón del turismo, ante la incertidumbre y los conflictos del Norte de África, pueden suponer un alivio para el empleo.
