Siempre se asocia a la década de los 80 como la época más salvaje de la moda: chorreras, materiales plásticos, hombreras imposibles, cardados excesivos y colorees estrafalarios marcaron a toda una generación. Pero los 90, y el comienzo del siglo XXI, llegaron también con una dudosa creatividad estilística que se tradujo en extensiones de cabello, el exceso de denim, el look metrosexual, gafas con cristales de colores, camisas arrugadas, labios perfilados y tops de lycra.
Es cierto que esa época confirmó a algunos de los diseñadores más destacados de la actualidad, desde la época dorada de John Galliano hasta el impulso minimal de Hedi Slimane. Pero no todo fueron alegrías.
El que lamenta ahora sus experimentos «fashion» es Justin Timberlake. Poseedor de seis Grammy, una línea de ropa,
habitual entre los más atractivos del «star system» y prometedor artista (músico y actor) que ha conseguido superar su pasado de «boy band», Timberlake reconoce sus errores de vestuario.
En una entrevista concedida a la revista «Playboy», el chico mono de Hollywood mira hacia atrás con sentido del humor: «Veo a muchos chicos jóvenes que visten como yo debería haberlo hecho a su imagen. Robert Pattinson viste bien. Es más adecuado de lo que yo era», asegura, y reconoce arrepentimientos estilísticos: «Dios, siento como si hubiera ido a terapia para poder borrar algunos de ellos. Las trencitas que llevaba en ’N Sync. Eso es terrible. O los looks de denim que Britney yo yo llevamos conjuntados (a los 2001 American Music Awards). Sí, otra mala elección. Podría pagar mucho dinero para borrar esas fotos de internet».