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La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, pactaron una línea común para el rescate griego consensuada con el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, en la reunión preparatoria de la cumbre de la eurozona de este jueves, en Bruselas.
Así lo afirmó el portavoz del gobierno alemán, Steffen Seibert, al término de la reunión entre Sarkozy y Merkel, de seis horas de duración, a cuyo tramo final se incorporó por sorpresa Trichet.
La reunión en la Cancillería había sido convocada «in extremis», entre fuertes presiones del BCE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre los líderes europeos para la aprobación de un segundo rescate a Grecia.
Como se ha hecho tradición, sólo un acuerdo previo entre París y Berlín puede ser anticipo de un compromiso europeo el jueves.
Una desconfiada Angela Merkel ha recibido a Nicolas Sarkozy, a media tarde en la cancillería, y aún debían cenar juntos, a fin de fijar una «posición común franco-alemana», como ha subrayado el portavoz de la canciller federal, Steffen Seibert.
Merkel disuadía horas antes de esperar «resultados espectaculares» de Bruselas, aunque según su portavoz se dice ahora «muy confiada» respecto a la posibilidad de un acuerdo con Sarkozy, así como en lo referente a la cumbre en Bruselas; por si todo se demora el presidente francés tenía pensado pasar la noche en Berlín y partir directamente hacia la reunión de países de la Unión Monetaria.
La canciller había sugerido incluso no celebrar la cumbre extraordinaria, pero ha acabado cediendo bajo exigencias de mayor «responsabilidad» de los socios y el BCE, por parte de las mayores economías.
Merkel ha advertido de que la cumbre del euro no resolverá de una vez la crisis de la deuda, lo que requerirá un «proceso controlado» y con múltiples medidas. Los observadores anticipan que el acuerdo ha de ser probablemente una combinación, en distinto grado, de las distintas propuestas sobre la mesa para atajar la crisis griega y estabilizar a medio plazo el euro.
Una rumoreada «flexibilización del rescate» combinaría fórmulas duras y blandas para absorber el pasivo, pues un impago «sería un desastre», alega en Die Welt un miembro del Comité Ejecutivo del BCE, «da igual si es total o parcial».
El abanico iría desde una reestructuración a diversas condonaciones y aplazamientos parciales -a las que se opone el Banco Central Europeo- pasando por la introducción de eurobonos -rechazados por Berlín- o la recompra de bonos en el mercado secundario con aportes del Fondo Europeo de Rescate (FEEF).
Hay interés en introducir una tasa europea para el conjunto del sector financiero
Pese a divergencias con París, Berlín -que debe desembolsar ahora 5.000 millones para Atenas- sigue insistiendo en la importancia de la participación de los acreedores privados en el segundo paquete de ayudas a Grecia. Alemania pretende mantener esa participación por «justicia» y por tranquilizar al contribuyente alemán, cada vez más preocupado en los sondeos por la crisis de la eurozona.







