Con el Urban Concept Audi explora nuevas sendas de negocio, en concreto dentro del pujante segmento eléctrico, de cara a una movilidad sostenible en las grandes ciudades. Las virtudes de este estudio se centran en su deportividad y en la ligereza que determina una carrocería fabricada en plástico reforzado con carbono, o CFRP, tan de moda en modelos como los nuevos BMW i3 e i8. Además, su habitáculo es de corte 1+1, de modo que el acompañante viaja prácticamente detrás del conductor, ambos en una posición muy baja y próxima al suelo. Ese es todo el pasaje posible, igual que en el Twizy de Renault.
Sin embargo, y a diferencia de aquel, el Urban Concept carga las tintas en materia deportiva, y así por ejemplo suprime cualquier elemento no estrictamente necesario para aligerar peso, pero adopta grandes ruedas flotantes (o separadas de la carrocería, como en los bólidos de Fórmula 1), muy esquinadas y con llantas de 21 pulgadas de diámetro y un afilado y emocional diseño. El acceso se realiza desde arriba y desde la parte trasera del coche, deslizando el techo que forma un todo con los panles laterales, ventanillas incluidas, mientras que el puesto de conducción admite regulación de volante y pedalier. De nuevo enfocado a dejarse tantos kilos pueda por el camino, la consola está fabricada en carbono reforzado con polímero, y se extiende por debajo de los asientos para hacer de soporte de estos.
La impulsión del Urban Concept responde a sendos motores eléctricos de diseño técnico e-tron, al parecer con capacidad para lograr rápidas aceleraciones. Se ceban desde una batería de ion-litio de gran autonomía.
