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El presidente del Barça explica que no denunciarán a Mourinho, pues «se debe bajar el nivel de crispación que hay porque sino nos haremos daño fuera de el campo»
Día 24/08/2011 - 09.51h
El presidente del Barcelona, Sandro Rosell, echó ayer un cubo de agua sobre los rescoldos todavía humeantes del partido de vuelta de la Supercopa de España para tratar de sofocarlos definitivamente. Utilizó en su oferta de paz agua tibia, eso sí, porque adoptó el discurso buenista marca de la casa —aquí tenemos seny; allí, no— y, de forma indirecta, culpó al Real Madrid de los incidentes: «El problema lo tienen ellos, no nosotros».
Anunció que su club ha decidido «poner un poco de cordura» y no denunciar la agresión del técnico madridista, Jose Mourinho, al ayudante de Pep Guardiola, Tito Vilanova, el acto estrella de la tangana que se produjo al final del encuentro. «El cuerpo nos pedía una cosa, pero el sentido común nos dice otra. No podemos seguir así, porque nos acabaremos matando por la calle», señaló el dirigente azulgrana durante su discurso en el Congreso Mundial de Peñas «culés».
«Juzgado por el público»
Rosell apuntó que uno de los motivos para no denunciar a Mourinho ante el Comité de Competición es lo que sucedió en Madrid en el partido de ida de la Supercopa, cuando el autobús donde viajaban los directivos del Barcelona fue apedreado. Cree que la denuncia crisparía más la relación entre ambos equipos y, por extensión, entre las aficiones. «Debemos bajar el nivel de crispación porque, si no, nos haremos daño fuera del campo. No está la sociedad para echar más leña al fuego».
Añadió que su junta directiva «no es ni bravucona ni charlatana» y que, además, «a Mourinho ya le ha juzgado la opinión pública». También reveló que ni el secretario técnico, Andoni Zubizarreta, ni el entrenador, Pep Guardiola, ni Vilanova —«él, precisamente, fue el primero que pidió no seguir adelante»—, consideraban conveniente tomar medidas al respecto.
Según el presidente del Barça, los hechos ocurridos y las imágenes son lo bastante evidentes para que la Federación Española de Fútbol tome cartas en el asunto. «No sabemos si los estamentos actuarán de oficio porque están de vacaciones, pero las pruebas son clarísimas. Nosotros no queremos victimizar a nadie», subrayó. Por último, instó al barcelonismo a centrarse en los éxitos deportivos del club y no desviar la atención a la polémica del último clásico. El Barcelona disputa en tres días la final de la Supercopa de Europa ante el Oporto «y los técnicos querían que el equipo estuviese centrado en el partido de Mónaco».
«De la playa al triunfo»
Más allá de los incidentes extradeportivos, Rosell valoró la victoria de su equipo en la Supercopa ante el eterno rival: «Prácticamente veníamos de la playa y le ganamos el título a un equipo que estaba mucho más preparado». Ante un millar de peñistas de las más de 1.400 peñas barcelonistas esparcidas por el mundo, alternó el catalán con el castellano y presentó a los dos nuevos integrantes de la «familia» del Barça, Alexis Sánchez y Cesc Fábregas, en el que fue uno de los momentos álgidos del evento celebrado en el Palacio de Congresos de Cataluña.
Por su parte, Andoni Zubizarreta comentó la acción de Mourinho metiéndole el dedo en el ojo a Tito Vilanova. «Las imágenes hablan por sí solas. Es algo que no había visto nunca en mi carrera». El director deportivo del Barcelona, en declaraciones a TV3, no quiso valorar si el rival debe dar un toque a Mourinho. «Es el Real Madrid el que tiene que analizarlo y dar una respuesta». Zubizarreta reconoció que en el club se habló de la posibilidad de denunciar al técnico portugués: «Sandro Rosell me llamó y hablé después con Pep y luego con Tito. Creímos que el deporte tiene sus propios conductos y, como suele decir el presidente, hemos perdido capacidad de disfrutar. Por eso, al día siguiente del partido debíamos celebrar la Supercopa».







