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El Barcelona solventó un exigente (en teoría) estreno en el Camp Nou. Presionado por el golpe de autoridad dado por el Madrid en La Romareda y con la incógnita del rendimiento que podría ofrecer una defensa de circunstancias, el campeón levantaba el telón de la Liga incomodado por la visita de un Villarreal acostumbrado a asustar al barcelonismo a lo largo de los últimos años. No fueron argumentos suficientes para perturbar a un equipo que sigue tocado por una varita mágica y que cerró el debut con goleada. El eterno rival había endosado seis al Zaragoza y el Barça respondió con cinco —dos de ellos de Messi— a un conjunto que jugará Liga de Campeones. Nuevo campeonato bipolar a la vista. [Narración y estadísticas del encuentro]
Forzado por la sanción de Alves y la plaga de lesiones instalada en la zaga (Puyol, Piqué, Adriano y Maxwell), Guardiola arriesgó al rearmar el muro de contención con Mascherano, Busquets y Abidal. Sorprendente alineación. Defensa de tres con Keita por delante como vértice de un rombo en la medular. El técnico decidió vaciar las arcas con los fichajes de Cesc y Alexis con la intención de apostar por los canteranos en caso de una urgencia defensiva, pero anoche protegió de inicio a Fontás y Bartra porque amenazaban primeros espadas. Ahogados por la presión azulgrana, Rossi y Nilmar tardaron sin embargo en desenfundar el acero.... y cuando se pusieron en guardia su equipo ya nadaba contracorriente después de un certero disparo de Thiago, brillante toda la noche.
Messi había obligado antes a lucirse a Diego López y un posterior cabezazo de Busquets había terminado en el larguero. Nada comparable con la ocasión desperdiciaba por Rossi con 1-0 el marcador. Inédito hasta ese momento, el italiano se encontró con un balón en el área, pero Valdés —un espectador más— desbarató su disparo con una salida felina. Actuación con doble mérito porque la pelota rebotó en el larguero y cuando el delantero se disponía a rematar solo bajo la línea apareció el guardameta internacional como un misil para evitar el empate.
El Villarreal llegó con la intención de pescar en las tranquilas aguas de un Camp Nou que respiraba aires festivos después de la conquista de la Supercopa de Europa. El Hércules sorprendió al Barça en el estreno de la pasada temporada y los de Garrido quisieron repetir la machada, aunque la ilusiones se enfriaron un minuto del descanso cuando Cesc marcó el 2-0.
Tormenta tras el descanso
Por si le quedaba alguna duda al Villarreal, la tormenta azulgrana se desató definitivamente cuando algunos aficionados no habían regresado aún a sus asientos. Alexis no quiso ser menos que el ex centrocampista del Arsenal y también se estrenó en Liga después de un magistral pase de Thiago, fiesta goleadora a la que no faltó Messi por partida doble
Cerrado el partido por la vía rápida, el Barcelona exhibió su habitual juego de toque. Con una defensa de circunstancias, Valdés disfrutó como un aficionado más.







